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la cuarta pared

lunes, 21 de noviembre de 2016

Crónicas del #MDQFEST - Día 3


By on 6:06 p.m.




Este día iba a ser largo. La primera película arrancaba a las 12 y entraba a la última función a las 23:20 hs. Contra todo pronóstico (sobre todo el mío), cumplí rigurosamente el cronograma.

Como la recorrida implicaba no volver al hotel, me llené mi botella de Gatorade con agua mineral de la botella de 2,5 litros que compré (en el Hermitage está Mirtha, chicos, a nosotros nos auspicia la recesión), puse un par de bananas en el bolso y arranqué para la costa, a completar la vianda con uno de esos sandwiches enorrrmes que salen tipo 50 pesos.

Sí, Chiqui. Leíste bien. Bananas.

Con el bolso cargado de comida para la tarde, caí al Ambassador, donde vería la primera película: Abortion, de Masao Adachi, director del cual se está presentando una revisión que incluye Bowl, Closed Vagina y Birth Control Revolution. Por segunda vez fui presa de las sinopsis poco precisas: lo que supuestamente es una parodia de los filmes de educación sexual de la época, es la historia de un ginecólogo que ha practicado casi 3.000 abortos y extrae el feto de una paciente sin su consentimiento para "germinarlo" en un entorno artificial. La organización del festival advertía sobre imágenes que podían herir la sensibilidad del espectador, pero eso es una mariconada: de más está decir que la vi comiéndome medio sanguche.

Nada que nos corte el apetito.

Al trotecito me crucé a los Cines del Shopping Los Gallegos, para el doblete de En Busca del Muñeco Perdido (Biasotti - Baigorri) y Onión (Zaramella). Con una sala llena abrió el corto, que arroja una mirada ácida sobre los chantas que hay en el mundo de la meditación y las terapias alternativas y tira la posta: la iluminación la alcanzás por vos mismo, los de afuera son de palo. Onión propone un mundo lisérgico que vale la pena ver en grande y lindo.

Juan Pablo Zaramella nos conquistó nuevamente.

Por su parte, el largometraje de las productoras platenses TanGram y Jueves de Trapos es una preciosura. Toma la tradición de la quema de muñecos platenses el último día del año y con eso construye una historia de aventuras llena de gags desopilantes, donde mediante la presentación de diferentes "tribus urbanas foráneas" muestra la universalidad de la tradición a nivel local: nadie se quiere quedar afuera.

Todos buscando al muñeco perdido.

Como habrán visto (o no) en la transmisión en vivo en nuestra fan page, después me fui corriendo (literalmente) al complejo Aldrey, a unas 25 cuadras de distancia. Allí, en el marco de la Competencia Argentina, asistí a No Sabés con Quién Estás Hablando, de Demian Rugna, con un Martín Tchira al que no hay que perder de vista. Una historia del conurbano (tal como el mismo director presente anunció), se trata de una comedia que gira en torno a chantas, autos viejos restaurados (viejos, no antiguos, estamos hablando de un 128) y tradiciones gitanas, con un muy buen ritmo y una construcción de personajes excelente. Ves personas reales, no tipos actuando, algo que no suele suceder en el cine nacional costumbrista (ya me voy a explayar más y mejor en la review, no teman). Lo que sí puedo anticipar es que, de todas las que ví hasta el momento, es la que genera el clímax más lleno de adrenalina.

No saben con quién están hablando.

Corriendo menos (y con un delicioso café en mano) arranqué para el Ambassador, donde cerraría la noche. Eran las 18:20 y ya pensaba en cerrar la noche... y sí, me faltaban tres películas aún.

Headshot (Indonesia, de Kimo Stamboel y Timo Tjahjanto) es una muestra más que los orientales saben coreografiar y filmar peleas sin recurrir al truquito de mover la cámara y que, en realidad, los actores ni se pegan. Ishmael (como es rebautizado el protagonista, interpretado por Iko Uwais, el mismo de la excelente The Raid) despierta en un hospital con una bala en la cabeza que le generó amnesia. Los mismos que le pegaron el balazo lo empiezan a perseguir, y para llegar a él secuestran a la médica que le salvó la vida. Con un buen ritmo, las buenas peleas ya mencionadas, mucha sangre y toques apropiados de humor que te ayudaban a descomprimir la tensión, pasaron volando las casi dos horas de duración.

Digamos que no están precisamente bailando adaggio.

Como tenía unos 20 minutos libres, me crucé al Bingo Peatonal (mi favorito) a hacer tiempo, ponéle, en las tragamonedas. Perdí $5, lo cual no es nada si pensamos qué podemos comprar con 5 pesos. Nada. Yo compré 20 minutos de diversión. ¡En tu cara, capitalismo!

Con una sala también colmada que... perdón, pero voy a abrir un paréntesis para una breve acotación. El tipo que diseñó la Sala 1 del Ambassador no fue al cine en toda su vida: hay butacas que ven 3/4 de pantalla por las paredes de un recinto interno que entiendo que es la sala de proyección, y la inclinación del piso es casi inexistente; si a eso le sumamos que las pelis del festival se proyectan con los subtítulos en una pantalla aparte, debajo de la principal, me arriesgo a calcular que un 15% de la sala no ve bien. Cierro paréntesis.

"Sí, sí, se ve lo más bien de acá".

Cuestión que, a pesar de esta aberración del diseño, Operación Avalancha la rompe. El film de Mark Johnson (quien ya había participado del festival con The Dirties) es uno de las que más me gustó hasta el momento. En el año 1967, en plena carrera espacial, los estadounidenses se dan cuenta que no van a alunizar antes que los rusos y, paralelamente al desarrollo de los viajes de las Apollo, comienzan a planificar cómo van a simular en un estudio en Texas que sí llegaron. Con una aventura grabada en el formato de falso documental, se indaga en la posible participación de Stanley Kubrick en el fraude y se desarrolla una historia en la cual absolutamente todos pueden ser espías a punto de delatarte.

La verdad está ahí afuera.

Después de cenar dos barritas de cereal y un chicle, subí a la Sala 2 a ver Blue Velvet Revisited, que se convirtió en un doble desperdicio: de tiempo y de un excelente material de archivo de backstage de la obra de David Lynch, que se muestra acomodado de modo arbitrario, sin ningún hilo narrativo. Es como si Peter Braatz se hubiera confiado en que el valor de su material se traduciría de manera directa en el valor de su obra... y no, te dan ganas de afanarle las cintas y hacer algo mejor vos.

Isabella Rossellini y una gran oportunidad desperdiciada.

Al llegar al hotel, breves momentos de pánico precedieron al sueño: no estaba consiguiendo todas las entradas que quería para el día siguiente. Pero bueno, resolví la primera tarde según lo pactado en mi cronograma y "después veo".

Si quieren saber cómo o qué resolví, sigan en nuestra fan page que en breve se viene la reseña del Día 4. Y si quieren leer las crónicas del Día 1 y del Día 2, no tienen más que clickear ahí y ahí.


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