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la cuarta pared

sábado, 26 de noviembre de 2016

Crónicas del #MDQFEST - Día 6


By on 11:50 a.m.


No sé que pasó, pero evidentemente algo calculé mal. Vi siete películas. Siete. Llegado un punto, tuve que empezar a "tomar apuntes" en la sala, cual clase de Historia Analítica de los Medios en la facultad. Estaba sacando conclusiones copadas y si no las fijaba en ese momento, probablemente termine hablando sandeces, aberraciones del tipo "la homofobia en Thelma y Louis", poniendo lo que había concluido de una peli en la reseña de otra.

Arranqué relativamente temprano (ya odio fuerte el desayuno del hotel, no quiero volver a ver una medialuna ni dibujada). En los Cines del Paseo a las 10:20 hs. era la función de Prensa de El Sacrificio de Nehuén Puyelli, lo último de José Celestino Campusano. Fue ahí cuando descubrí que el Chino Aravena, el protagonista de la película, que está en toooodas las imágenes de prensa, se hospeda en el mismo hotel que yo y lo había cruzado en el desayuno todos los días.

Exactamente así, James.

La película, dentro de la Competencia Latinoamericana, es un relato de esos a los que nos tiene acostumbrados el director: Puyelli, un curandero, es acusado de un crimen que dice no haber cometido. Lo trasladan a un penal, donde debe enfrentarse con "los más poronga" y negociar protecciones y aliados. Con actores no profesionales y locaciones reales, cuenta una historia donde la demostración de quién es más macho que el otro es el tema que subyace. Como el mismo director dijo tras la proyección, es una historia que se trajo de un viaje por el Sur y está íntimamente ligada con las tradiciones de los pueblos originarios. En esta misma ronda de preguntas y respuestas hubo algo que no entendí: una mujer pidió la palabra y dijo que ella era actriz, y que al ver la película lamentaba todo el tiempo no haber participado de ella. ¿Y la pregunta, amiga?


Campusano lo hizo de vuelta.

Después pasé por Comedor Express Jirafa, en Av. Colón y otra (es una esquina cerca del hotel), y me pedí para llevar el plato del día: dos canelones de verdura con salsa mixta a $40. Increíble. Terminé la crónica del día anterior y partí para arrancar con las seis funciones que me faltaban (y recién eran las 2 de la tarde).

"Acá, en el hotel, tranqui."

Pow Wow me decepcionó un poco, eh. Tras que los canelones me daban ganas de estar durmiendo la siesta, la película, del llamado "cine independiente norteamericano", no me ayudaba a despabilarme en absoluto. Robinson Devor trajo un documental sobre los diferentes personajes que habitan el desierto del Valle de Coachella, en California. Sí, sí, lo sé, yo tampoco sé en qué estaba pensando cuando saqué esta entrada. Probablemente ni haya leído la sinopsis de la película y me metí esperando una película oriental de peleas, guiada solamente por el título. Plantea un ritmo lento, pausado, mucho paisaje. Que te entretenga o no depende del interés que te despierte cada uno de los personajes que aparecen.

Mmmmmno, gracias.

Bajé minutos antes que termine, porque quería una ubicación decente para Under The Shadow (sí, en la odiosa Sala 1 del Ambassador). Esta coproducción entre Jordania, Qatar y Reino Unido, dirigida por Babak Anvari, la rompe. En plena guerra entre Irán e Irak, una madre tiene que quedarse sola en casa porque su esposo, médico, debe concurrir al campo de batalla. En medio de bombardeos sobre la ciudad, la frustración por haber sido rechazada en la escuela de Medicina por ser militante política de izquierda, sumado a todo lo que conlleva ser una mujer en Medio Oriente, se empieza a trazar una historia de terror, pero de terror bien. En lo personal, no soy fan de The Babadook pero viene por ese lado: la hija pequeña es quien está convencida que una presencia paranormal las acecha, y la madre, paulatinamente, va descubriendo que esta presencia de imaginaria tiene poco. Excelentes climas soportados por una destacable construcción de la banda sonora. Si la interceptan por ahí, no duden en verla.

Under the Shadow: terror en Medio Oriente.

Después de tomarme un café extra grande en McDonald's (¿a quién quiero engañar? Apenas hice a tiempo de comprarlo y bajé a la sala del Paseo a tomarlo mientras miraba la peli), seguía Mister Universo, de Tizza Covi y Rainer Frimmel, éste último presente en la sala. Tenía los ojos un poco cansados a esa altura, así que la guapié y la vi casi sin leer los subtítulos. No hablo italiano hace más de 10 años, pero la entendí toda. La película que entendí trata sobre Tairo, un domador de tigres al que le roban de su carromato un amuleto: un hierro que le había doblado Arthur Robin, el primer Mister Universo negro, quince años atrás. Le atribuye algunos tropezones de su vida cotidiana a la pérdida de su trofeo personal y se va del circo por una semana, a ver si puede ubicarlo para que le doble uno nuevo. En un viaje casi sin apuro, relajado, cruzándose con pintorescos personajes de su vida que le van dando pistas para llegar a Robin, el filme reflexiona sobre la importancia de las tradiciones y las creencias mayormente gitanas que habitan en el mundo del circo. Con una cámara en mano que lo sigue, dando la sensación que los hechos son reales, los directores construyen una linda peripecia donde la pérdida del amuleto es sólo una excusa para mostrar el micromundo de los artistas de circo, temática recurrente de la pareja de realizadores.

¿Cómo que Mister Universo no tiene Facebook?

Después crucé al Teatro Colón (sede que aún no había visitado) a ver, dentro de la selección de "Film Noir", Cry Danger (traducida como Peligro), con Dick Powell. La presentó un señor que lamento no recordar quién era, pero explicó que la película fue la única realizada por la compañía productora, que le dijeron al guionista "escribí una historia que cueste tanta plata" y que fue grabada en locaciones de Los Angeles que ya no existen. Típica historia del género, donde la intriga pasa por recuperar un botín de un robo perpetrado cinco años atrás, con una comicidad poco frecuente en el género. Ahí me bajoneé el 1/4 kg. de arándanos que llevaba en mi adorado Tupper.

El póster original.

Ayer era el día. No iba a postergar más la fugazza con birra en La Nieve. Bueno, la birra sí tuvo que ser postergada porque, como siempre, el local estaba lleno de gente y si quería pizza, la tendría que comer por el camino. Dicho y hecho, engullí las dos porciones al mismo tiempo que corría, de nuevo, al Ambassador.

Relicto, un relato mesopotámico, de Laura Sánchez Acosta me sorprendió. Debo reconocer que la parte del título "Un relato mesopotámico" me desorientó un poco y esperaba algo más onda La Ciénaga. No sé por qué flasheé eso. Lo único que puede tener en común con la obra de Lucrecia Martel es la construcción sonora de "la hora de la siesta": chicharras y sonidos que generan un clima agobiante. Es la historia de Oscar y su hija Tamara, quienes van a una especie de estancia por recomendación de la psicóloga de la joven, que quedó traumatizada tras la muerte de su madre. Ella, con la razón dañada y más perceptiva a otras creencias, y su padre, fuertemente ligado a lo lógico, con toda su fe depositada en el tratamiento de su hija, atraviesan un relato de terror con un clima increíble.

Relicto fue una grata sorpresa.

No me pude quedar a las preguntas y respuestas porque ya mismo arrancaba Seoul Station, de Yeon Sang-Ho (el mismo de Train to Busan). Sabiendo cómo había manejado el tema del ataque zombie en su otra película, y añadiéndole a esta el plus de ser un largometraje de animación, honestamente esperaba más. Sentí que al verla perdí horas de sueño o la posibilidad de tomarme una bendita cerveza (si hablo mucho de cerveza es la abstinencia, chicos). Empieza como un ataque zombie pero luego se transforma en una especie de drama anclado en la trata de blancas (o amarillas). Por momentos me dormí, incluso.

Esperaba otra cosa de Seoul Station.

Seoul Station se convirtió así en el primer pifie de las recomendadas, y sigo sin entender por qué entré a Pow Wow. Para compensar y que no sea un día perdido, me alegré de haber elegido a Campusano por la mañana, haber hecho la vista gorda a la menciones sobre la guerra entre Irak e Irán en la sinopsis de Under The Shadow (estuve a punto de no verla por eso), y me alegré de haberme dejado sorprender por Relicto. Peligro, como la mayoría de los film noirs, no me iba a fallar. Mister Universo no pincha ni corta (sólo dobla hierros), pero me permitió comprobar que no tengo el oído tano tan oxidado.

En balance fue una gran jornada. Le sigue faltando cerveza, pero gran jornada.


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