Para una película sobre la adicción a la web, Internet Junkie está bastante anticuada. Por ejemplo, nunca utilizan las palabras "Facebook", o "Twitter", o "red social", o "selfie", o "like". Los personajes usan chats como los del Messenger, y nunca mencionan Whatsapp o Skype; tampoco se ve a nadie usando un iPhone o una tablet.
La vieja y confiable laptop es el aparato preferido por los personajes de este filme. Se trata básicamente de cinco historias, en distintos países, relacionadas entre sí. En Argentina, Antonio Birabent (Graduados; Tango Feroz) interpreta a un estafador que se hace pasar por militar para seducir mujeres; en México, Ángela Molina (Los Abrazos Rotos, Carne Trémula) hace de una madre de dos que siempre está sentada frente a una laptop, y que habla por videochat con una amiga argentina que se ha enamorado de Birabent; su hijo, que decide desconectarse por un rato después de ver a su hermana en un chat sexual; un chabón en Israel que vive con sus padres y se cree que es "el número uno" y mantiene una partida de ajedrez virtual con Birabent; también hay una pareja argentina que se pelea porque ella se gana la vida haciendo videos hot; y una prostituta que va por ahí contagiándole SIDA a cuanto hombre se cruce en su camino.
Según los estándares modernos, la mayoría de estos personajes son usuarios normales del internet. O sea, ninguno se zarpa demasiado, al menos no tanto como insiste la película. Y todas estas historias son regurgitaciones de una misma idea: gente que busca algo real en un mundo cada vez más virtual. Pero ninguna de las historias parece real: los personajes son solo caricaturas de lo que un "adicto a internet" debe ser.
Este filme parece haber surgido de esa paranoia de la década pasada, cuando muchos creían que la computadora iba a reemplazar al ser humano. Pero hoy en día, cuando hasta la abuelita te manda invitaciones al Candy Crush, esto ya no impacta tanto. Ahora todos somos adictos a internet, pero estamos conscientes de que ni el software más eficiente ni la app más adictiva son capaces de desplazar a las relaciones de verdad con personas de verdad.
Cabe mencionar que todas estas historias se relacionan de alguna manera con el sexo, como si un garche fuera la experiencia en el mundo exterior más profunda que se le pudo ocurrir a Alexander Katzowicz, en su debut como director. Al final, Internet Junkie da la impresión de ser tan falsa y virtual como los personajes y la problemática que piensa que está representando.
VEREDICTO: 3.0 - SUPRIMIR SUPRIMIR SUPRIMIR
Internet Junkie es una decepcionante obra del cine independiente nacional, tan aburrida como quedarte mirando tu cuenta de Twitter esperando a que alguien le dé Like a ese tweet genial que tiraste el otro día. Si alguna vez la llegan a pasar en las madrugadas de Incaa TV, sería demasiado reconocimiento.
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