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la cuarta pared

viernes, 14 de diciembre de 2018

Review: AQUAMAN


By on 9:39 p.m.



A priori, de todo el panteón de superhéroes clásicos de DC Comics, también conocidos como "The Big Seven" (Superman, Batman, Wonder Woman, etc.), Aquaman se planteaba como el más difícil de trasladar al formato cinematográfico. No solo por la necesidad de crear todo un mundo submarino convincente, sino también por el pesado bagaje que trae el personaje encima hace décadas, en gran parte por culpa de la ridiculización que sufrió en la recordada serie animada Súper Amigos, donde lo único que hacía era "hablar" con delfines y cabalgar un hipocampo gigante. Claro, los viejos lectores de cómics bien sabemos que Arthur Curry ha atravesado momentos trágicos y etapas bastante oscuras a lo largo de sus 77 años en el medio gráfico (¿recuerdan cuando Black Manta mató a su hijo de dos años? ¿O cuando las pirañas le comieron la mano izquierda y comenzó a usar un arpón en el muñón?). Pero bueno, en definitiva, los lectores de cómics somos "los menos"; lo importante acá es convencer al público masivo que sigue viéndolo como "un personaje de mierda" del verdadero potencial que tiene.

Un buen primer paso para llegar a dicho objetivo fue castear en 2013 al morochón barbudo de Jason Momoa, quien venía de interpretar a Khal Drogo en Game en Thrones, para el rol principal (sin lugar a dudas, una de las mejores decisiones que tomó Zack Snyder entre tantos lamentables desaciertos, y por la cual debería ser justamente reconocido). Momoa es uno de esos sujetos con una personalidad tan extrovertida, avasallante y festiva, que termina trasladando esos atributos al personaje en lugar de absorberlos de él; salvando las distancias, es algo similar a lo que le aportó Robert Downey Jr. hace 10 años a su Tony Stark. Hay una escena en particular, cerca del comienzo del film, que hace estallar de risa al espectador y es 100% Momoa en la vida real (quien lo sigue en Instagram, sabe bien a qué me refiero). Así como muchos seguimos viendo a Christopher Reeve como el Superman indiscutido, Momoa será el único Aquaman en el imaginario colectivo durante décadas. Y está perfecto: este Aquaman es carismático, va al frente, bromea casi guiñando a cámara, peca de cierta ingenuidad/inocencia/estupidez, y por supuesto bebe cerveza. Bebe mucha cerveza.

Arthur y Mera: cazadores del tridente perdido.

Ya pasando a la película en sí, la historia no tarda nada en arrancar a toda máquina. Hasta diría que, en el primer acto, pasan demasiadas cosas en poco tiempo. Afortunadamente esto no se debe a un montaje caótico como en el caso de Suicide Squad, sino simplemente a la sensación de que James Wan se comportó como un niño con un cajón lleno de juguetes nuevos y quiso usarlos todos. Es así como, en la primera media hora aproximadamente, presenciamos el rescate de una tripulación por parte de Arthur, el relato de la historia de amor entre sus padres y su concepción, el pedido de ayuda de Mera, la historia de Atlantis, y hasta el origen de uno de sus villanos. Fiú. Es bastante.

Una vez que Wan saca el pie del acelerador y se revela el McGuffin de la historia (ya saben, el elemento que da el puntapié inicial a la trama, en este caso el tridente de Atlan, el primer rey de Atlantis), Aquaman va encontrando su ritmo y se convierte en una suerte de Romancing the Stone (alias En Busca de la Esmeralda Perdida) durante casi todo el segundo acto. Arthur y Mera (nuevamente en la piel de la increíblemente hermosa Amber Heard) se ponen así en Modo Aventurero, recorriendo el globo en busca de templos perdidos y pistas sobre artefactos mitológicos a medida que la química entre ambos sube como la marea. Mientras tanto, en Atlantis, el hermanastro de Arthur, Orm (interpretado por Patrick Wilson, el actor fetiche de Wan), harto de que llenemos de basura no biodegradable los océanos y que orinemos calentito cada vez que nos metemos al mar en vacaciones (vamos, no se hagan los tontos), intenta reunir a los otros reinos submarinos para convencerlos, por las buenas o por las malas, de que hay que atacar al mundo terrestre, convirtiéndose así en el Ocean Master.

Hay que destacar además que, casi como ocurrió con Wonder Woman, la historia avanza por sí sola sin verse condicionada por otros acontecimientos del DC Expanded Universe u obligada a interactuar con factores externos.

Si son de quienes se quejan que "los trailers ya mostraron toda la película", créanme cuando les digo esto:
todavía no vieron NADA.

El director James Wan y los guionistas Will Beall y Geoff Johns (uno de los capos creativos de DC Comics) se despachan así con una película que tiene de todo. Literalmente. Mitología con un toque de Excalibur, grandes escenas de acción, humor, ciudades cuasi-cyberpunk bajo el agua (en serio, hay una escena que es calcada de Blade Runner), fan service para ellas y ellos (oh, ¡esos primeros planos de Momoa!), una secuencia increíble que roza el cine de horror (Wan no pudo resistirse volver aunque sea unos minutos a sus raíces), y un tercer acto que es... es... perdón el comentario hiperbólico, pero no hay otra manera de decirlo: es lo más épico que se ha visto en cine en muchos años. Ese combate final, con innumerables ejércitos de dragones marinos, tiburones, cangrejos humanoides y hasta una suerte de Kraken, posee una escala tan descomunal que supera a todo lo que se haya visto en la pantalla grande desde los combates de Helm's Deep y Pelennor Fields en la trilogía de El Señor de los Anillos.

Esto solo es posible gracias a dos factores. En primer lugar, el enorme despliegue visual que tiene Aquaman. Cada minuto que transcurre en Atlantis, cada pieza de vestuario (desde el vestido que usa Mera en el ritual de combate hasta los perfectos diseños de los trajes Ocean Master y Black Manta), cada color luminiscente, cada bicho marino, todo está muy por encima de lo que estamos acostumbrados en el género, sea en el universo DC o en el de sus competidores. De la misma manera que criticamos duramente (y con razón) el no-bigote de Henry Cavill, hay que reconocer que WB Pictures se redime con un espectáculo visual único. ¡Así nos imaginamos siempre que se vería la secuela de Avatar... cuando llegue, algún día! En segundo lugar, el ojo preciso de su realizador: Wan coloca siempre la cámara en el lugar más interesante para el espectador, creando peleas mano a mano de lo más dinámicas, persecuciones frenéticas, algunos planos aberrantes que son una pintura al óleo y otros que parecen sacados de una splash page de un cómic, todos ellos listos para ser impresos y convertidos en póster.

Viejas rencillas familiares en la cena de fin de año.

Delante de las cámaras, ya dije todo lo que había para decir de Momoa ("My man!"), así que pasemos al resto. Amber Heard tiene una química bastante buena con Jason y se desempeña con creces en los combates (esperen a ver su fatality en Sicilia), logrando ser tanto un buen interés romántico como una aún mejor compañera de equipo. Patrick Wilson como Orm comparte con Momoa una escena en particular donde exhibe ciertos matices emocionales interesantes, de malo-no-tan-malo, casi superado por las circunstancias del pasado familiar (¡Mami hay una sola!); es lo suficientemente interesante la relación entre ambos como para merecer ser desarrollada con más tiempo. Por su parte, Willem Dafoe como Vulko, el consiglieri real (y, por detrás, amigo de Arthur) cumple correctamente su función (y siempre es un placer verlo a Dafoe en este tipo de roles más populares). Yahya Abdul-Mateen II lamentablemente no tiene tanto para aportar como Black Manta, pero por lo menos explica por qué es tan grande su casco (!). Dejé para el final a Nicole Kidman como Atlanna, madre de Arthur: no me importan sus dedos extremadamente largos, a Nicole le creo todo y me fascina verla repartiendo piñas y patadas y lookeada como una reina acuática; otro acierto de los realizadores al convocarla.

Por supuesto, y más allá de lo que hayan leído hasta ahora, no todo el pescado está fresco (oh, snap!). Si bien el guion no es malo, tampoco rompe ningún molde: algunos chistes (especialmente en la primera mitad) se sienten de más, y la historia transita todos los lugares ya conocidos sin utilizar algún recurso narrativo que la destaque. Por el lado de los personajes, el discurso de Orm se siente válido y legítimo pero carece de mayor profundidad y análisis; hubiera sido genial que podamos ver las consecuencias de la contaminación en el mundo submarino, quizás hasta algunas muertes por culpa de nuestra irresponsabilidad ambiental. Y en el caso de Black Manta, siento que tranquilamente podría haber quedado para la inevitable secuela y la trama no se hubiera resentido en absoluto (hasta se podría haber utilizado ese tiempo para darle mayor desarrollo al speech ambiental de Orm). Por otro lado, la escena de Arthur y Mera combatiendo contra los bichos de The Trench es técnicamente perfecta pero se siente algo desencajada con el resto. Asimismo, algunas selecciones musicales están fuera de lugar (¿Pitbull haciendo un cover de Africa, el clásico ochentoso de Toto? ¿En serio?).

El Dr. Evil estaría feliz.

Quizás el mayor mérito de Aquaman es que acepta, adopta, y celebra plenamente sus raíces comiqueras. Ya sea el traje naranja clásico del personaje, un ejército de tiburones, o hasta un pulpo tocando los tambores antes de comenzar un ritual de combate (sí, leyeron bien), la película no le escapa ni le hace asco a nada. El resultado es un film de aventuras plenamente disfrutable, de punta a punta, sea cual sea tu casaca cinematográfica (a ver si nos dejamos de joder con la estupidez de Marvel vs. DC, por favor). Es pochoclo del bueno, sabroso y calentito, que tiene algo para todos los gustos. James Wan supera ampliamente las expectativas y nos regala una película que no solo se ubica rápidamente entre las tres más entretenidas del año, sino entre las tres más entretenidas de todo el género súperheroico.

Y que venga alguien ahora a decir que Aquaman es un personaje de mierda.



VEREDICTO:  8.5 - CAMERON QUE SE DUERME...

James Cameron se demoró tantos años en hacer Avatar 2, que James Wan y Warner Bros. le ganaron de mano. Aquaman es Avatar + Star Wars + El Señor de los Anillos pero bajo el agua y con un carismático Jason Momoa que "nos compra" desde el primer minuto. Entretenida de principio a fin y visualmente increíble, con una batalla final que le pasa el trapo a todo lo que hemos visto en los últimos años, Aquaman nos tapa la boca y nos devuelve la esperanza en el universo cinematográfico de WB/DC. No sean pescados: dejen los prejuicios comiqueros de lado y vayan a verla en la mejor pantalla disponible. Esto es una fiesta.


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