J.K. Rowling y el director David Yates vuelven al Potterverse (ya con nombre propio: "The Wizarding World") con una nueva historia llena de acción, misterios y fan service por doquier, que busca seguir los pasos de George Lucas y su saga galáctica. ¿Pero tanta fiesta potterhead es suficiente para narrar una historia coherente y entretenida, que además sea disfrutable para el público en general?
Los Crímenes de Grindelwald comienza en 1927, seis meses después del final de Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos. El malvado mago Gellert Grindelwald (Johnny "Ya no sabemos si es maquillaje" Depp) está tras las rejas en una prisión de alta seguridad del MACUSA (el ministerio yanqui del mundo mágico), mientras que Newt Scamander (Eddie Redmayne) ha regresado a Londres, dejando a Tina Goldstein (Katherine Waterston) detrás en New York. Todo se complica cuando Grindelwald logra escapar para dirigirse al viejo continente, con el objetivo de encontrar al "Obscurial" Credence Barebone (Ezra Miller) y utilizar sus destructivos poderes contra su antiguo amigo, Albus Dumbledore (el recién incorporado Jude Law).
Newt vuelve a meterse en problemas. |
Sin lugar a dudas, lo mejor que tiene esta segunda entrega es que nos revela un mundo mágico del que solo conocíamos una parte. Pero, en el afán de mostrarnos más que la punta del iceberg Potteriano, el relato se llena de historias secundarias (aunque necesarias), tantas que hace que el espectador se sienta algo desorientado, quedando con la sensación de que todo es un poco (bastante) forzado para que las piezas encajen adecuadamente en pos del normal desarrollo del film (algo a lo que Rowling nos tiene acostumbrados). Un claro ejemplo de ello es cómo se resuelve el hecho de que Jacob Kowalski (Dan Fogler), quien había sido desmemorizado con un hechizo hacia el final de la primera parte, recuerde absolutamente todo y esté listo para acompañar a Newt en una nueva aventura. No solo es forzado, sino que además es bastante perezoso por parte de J.K. en lo que, me animo a decir, es su peor trabajo desde que inició este maravilloso universo.
Pero eso también se debe a que se trata de un film "intermedio" que nos prepara para lo que está por venir (recuerden, esta es recién la segunda parte de un total de cinco films). Es un paso de la inocencia y la aventura de animalitos simpáticos a la historia de como un déspota busca dominar al mundo, y el sacrificio que están dispuesto a hacer los héroes para impedirlo (y que todo esto encaje con la saga original del niño mago, claro está). El problema es que "The Empire Strikes Back" hay una sola, a tal punto que ni siquiera el propio Lucas pudo repetirla en su trilogía de precuelas. Este intermedio es necesario, pero resulta mal ejecutado. Salvo que seas un potterhead fundamentalista, en cuyo caso no te va a importar nada, es probable que abandones la sala con sentimientos encontrados.
Es una pena, porque algunos personajes sufren este apuro de avanzar con la historia. El siempre excelente Ezra Miller queda muy limitado, y su Credence (el eje central de este cuento) pasa ser un personaje apagado y aburrido.
Johnny Depp le da profundidad a su Grindelwald. |
Pero Los Crímenes de Grindelwald también tiene puntos altos. En primer lugar está la dirección de David Yates, que ofrece momentos realmente emotivos. Las escenas de acción son increíbles, sobre todo por la calidad de sus efectos especiales, los mejores de toda la saga. Esta es una película pensada para ser vista y disfrutada en 3D, así que vale la pena pagar el extra por este tipo de proyección. Todas las escenas que transcurren en Hogwarts te roban el aliento, y no solo por el efectivo golpe de nostalgia sino también por lo bien filmadas que están. Evidentemente Yates se siente más cómodo cuando vuelve al colegio.
En segundo lugar, están los personajes más atractivos del film: Grindelwald y Dumbledore (porque esta ya no parece ser la historia de Newt). Johnny Depp por fin deja de ser una burla de si mismo y nos regala un hechicero que nos recuerda a los peores dictadores. Él podría manipular a sus seguidores a través de magia, pero en lugar de eso los endulza con palabras (¿les recuerda a alguien?).
Como corresponde, dejamos lo mejor para el final: la interpretación de Jude Law como un "joven" Albus Dumbledore es encantadora. Cada vez que aparece con su gracia, Law se roba la escena. Lograr inspirar ese respeto y confianza tan característicos del personaje que nos cautivó a todos a lo largo de la saga de Harry Potter parecía un reto bastante difícil, pero el actor inglés lo sortea con facilidad.
Como corresponde, dejamos lo mejor para el final: la interpretación de Jude Law como un "joven" Albus Dumbledore es encantadora. Cada vez que aparece con su gracia, Law se roba la escena. Lograr inspirar ese respeto y confianza tan característicos del personaje que nos cautivó a todos a lo largo de la saga de Harry Potter parecía un reto bastante difícil, pero el actor inglés lo sortea con facilidad.
Nos queremos chapar a la persona que eligió a Jude Law como Dumbledore. |
Para cerrar con ese paralelismo a Star Wars, el final de esta secuela también tiene su propio momento "Yo soy tu padre", que da vuelta todo aquello que creíamos conocer sobre este mundo mágico.
A pesar de las falencias narrativas, las 2 hs. y 15 min. de duración se pasan volando, con un sinfín de easter eggs y referencias a personajes clásicos, dejando a los espectadores desesperados por saber qué es lo que sigue. Así que abróchense los cinturones, porque ahora se viene lo bueno. Al menos eso esperamos de J.K., quien siempre tiene un as en forma de rayo bajo la manga.
VEREDICTO: 7.5 - NO ES LEVIOSA, ES LEVIOSÁ
Y si piensan quedarse hasta terminados los créditos para ver alguna escena extra, no pierdan el tiempo: después de la revelación final, J.K. hace un tremendo "drop mic" que no deja lugar a nada más.
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