"Solo te es dada una pequeña chispa de locura. Si pierdes eso, no eres nada."
Saquémonos las caretas y seamos honestos: hay muertes y hay MUERTES. Es algo extraño, pero nos ocurre a todos: quizás nos enteramos del sorpresivo fallecimiento de un vecino o hasta de un familiar no tan cercano, y no se nos mueve un pelo; sin embargo, nos llega la noticia de la muerte de algún actor o cantante que nos gustaba (aunque no fuéramos fervientes fans), y nos conmueve profundamente. Por ejemplo, yo recuerdo con total precisión dónde estaba el día que me avisaron por SMS (!) que había fallecido Amy Winehouse; la adoraba a esa flaca reventada. Ni hablar de cuando me enteré del fallecimiento de Carrie Fisher, que sinceramente me dejó al borde del llanto. En el terreno local, recuerdo que me sacudió bastante (incluso para mi asombro) el fallecimiento de Jorge Guinzburg. ¿A qué se debe eso? Supongo que a la "cercanía" que sentimos con algunos artistas, ya sea porque disfrutamos de su trabajo, de su personalidad o de su ideología. Empatizamos con ellos producto de sus obras. Sentimos que le debemos un saludo final y nuestro respeto por tantas satisfacciones que nos brindaron a lo largo de los años.
Uno de esos actores cuya muerte más nos movilizó en la última década fue, sin duda alguna, la de Robin Williams, hace casi cuatro años. Los más adultos lo conocieron en su debut televisivo como el simpático alienígena de tiradores en Mork & Mindy (1978-1982) o por sus brillantes papeles en Good Morning Vietnam (1987), Dead Poet's Society (1989), Awakenings (1990) y The Fisher King (1991). Para toda una generación de niños, fue el protagonista de algunas de LAS películas infantiles más fabulosas de los '90: Hook (1991), Jumanji (1995), y la inolvidable voz del Genio en Aladdin de Disney (1993). En esa década también tuvo éxitos como Mrs. Doubtfire (1993) y Good Will Hunting (1997), por el cual ganó un Oscar junto a los debutantes Matt Damon y Ben Affleck. Como suele ocurrir, más avanzado en su carrera, Williams comenzó a aceptar otro tipo de papeles más oscuros, como cuando nos deslumbró con su perturbadora interpretación en One Hour Photo y en Imsomnia (ambas del 2002). Pero aún así, siempre se las ingeniaba para volver a hacer reír, de una u otra manera.
Lamentablemente, también está bien documentada su adicción a la cocaína y al alcohol (oh casualidad, y este es un dato que muchos desconocen, Williams se encontraba junto a su colega y amigo John Belushi la noche en que Belushi murió de sobredosis en 1982). Sin embargo, nada de esto tuvo que ver con su muerte: el 11 de agosto de 2014, a los 63 años, Williams tomó un cinturón, lo envolvió en una toalla, y se ahorcó hasta asfixiarse en su hogar de California. Luego de su fallecimiento, su publicista reconoció que el actor sufría de depresión y paranoia, mientras que su esposa confesó que recientemente había sido diagnosticado con Mal de Parkinson, pero que el actor "aún no estaba listo para compartirlo públicamente". El informe forense tras la autopsia ratificó que sufría de Demencia con Cuerpos de Lewy, una enfermedad degenerativa y progresiva del cerebro.
Robin Williams: Come Inside My Mind es el nombre del documental dirigido por Marina Zenovich, el cual debutó este año en el Sundance Film Festival, donde obtuvo excelentes críticas por parte de la prensa y el público. Afortunadamente, HBO lo traerá a nuestros televisores (perdón jóvenes, pero a mí eso de ver películas en la tablet o en la notebook no me va ni un poco).
Este es el avance:
Robin Williams: Come Inside My Mind es el nombre del documental dirigido por Marina Zenovich, el cual debutó este año en el Sundance Film Festival, donde obtuvo excelentes críticas por parte de la prensa y el público. Afortunadamente, HBO lo traerá a nuestros televisores (perdón jóvenes, pero a mí eso de ver películas en la tablet o en la notebook no me va ni un poco).
Este es el avance:
El film recorre su vida desde su niñez hasta sus últimos días, y cuenta con numeroso material de archivo, así como clips y entrevistas a Williams nunca vistas. En algunas de ellas, el actor relata cómo fue su infancia y cómo nació su deseo de ser comediante: todo era para hacer reír a su padre, un hombre serio y taciturno (al contrario de su madre, una mujer divertida y jovial). También incluye testimonios de sus colegas y amigos, incluyendo a Billy Crystal, Lewis Black, Eric Idle, Whoopi Goldberg, David Letterman, Steve Martin, Pam Dawber y su hijo Zak Williams. De manera algo llamativa, no se menciona la participación de su hija Zelda (sí, miren qué capo que era Robin que nombró a su hija así porque era fanático de The Legend of Zelda).
Robin Williams: Come Inside My Mind estará disponible en HBO Latinoamérica el 6 de agosto, y es una gran oportunidad para recordar al actor con una sonrisa y extrañar al mismo tiempo su enorme e irreemplazable talento.
Para la información más completa, sigan leyendo La Cuarta Pared.
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