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la cuarta pared

lunes, 5 de febrero de 2018

Review: THE CLOVERFIELD PARADOX


By on 1:11 p.m.





¡Sorpresa!

Primero lo primero: hay que sacarse el sombrero ante la brillante movida publicitaria de la gente de Netflix y Bad Robot. Que durante el evento deportivo más importante del año (en USA, obvio) se anuncie que la tercera película de la ahora-franquicia Cloverfield se estrenará tan solo un par de horas más tarde es un golpe de marketing terriblemente efectivo para el servicio de streaming (otro día hablamos de las implicancias que pueda tener esto para la industria cinematográfica).

No son pocos quienes puedan criticarle varias cosas a J.J. Abrams como cineasta y guionista (yo particularmente lo quiero mucho), pero hay que reconocerle que es el único productor hoy en día que hace este tipo de cosas: el teaser trailer de la primera Cloverfield se proyectó en los cines sin ningún tipo de aviso previo (¡ni siquiera mostraban el título!), mientras que 10 Cloverfield Lane fue anunciada apenas unas semanas antes de su debut. A comienzos de este año, Paramount Pictures había confirmado que God Particle (el título previo del film) no se estrenaría el 2 de febrero tal cual estaba previsto, sino que se retrasaba hasta el 20 de Abril. Hurm... a final de cuentas, sí se estrenó la primera semana de Febrero. Tendríamos que haber anticipado que alguna vez iban a anunciar un estreno el mismo día...

¡Hay equipo! O algo así...

The Cloverfield Paradox nos informa rápidamente que hay una grave crisis energética global, razón por la cual las principales potencias mundiales están (¿cuándo no?) al borde de la guerra nuclear. Es por ello que la estación espacial Cloverfield se encuentra orbitando en el espacio, con la difícil misión de hacer funcionar un nuevo y potente acelerador de partículas que brinde una fuente de energía alternativa a nuestro planeta. Liderada por el comandante Kiel (David Oyewolo, de Selma), la tripulación internacional tiene toda la presión en sus hombros por volver con una solución y evitar que todo pase de Guatemala a Guatepeor. Pero ya van más de dos años en el espacio y casi cincuenta intentos, y no logran hacer funcionar el bendito acelerador; para empeorar la situación, sólo les queda combustible suficiente para un par de intentos más. Pero finalmente logran hacerlo funcionar... unos segundos, claro, hasta que se sobrecarga y todo empieza a salirse fuera de control.

Podría contarles una o dos cositas más de la trama antes de entrar al terreno específico de los spoilers, pero simplemente voy a detenerme ahí. Sólo tienen que saber que los extraños acontecimientos comienzan a sucederse uno detrás de otro a bordo de la estación espacial y que, a pesar de que hay un claro homenaje a Alien (es casi inevitable) y un tufillo a The Thing, los protagonistas no se enfrentan a ningún tipo de xenomorfo ni nada que se le parezca. A decir verdad, pasan muchas cosas raras sin suficiente explicación más allá del "Ey, chicos, ¡es ciencia! ¡Y ninguno de ustedes es físico cuántico como para contradecirnos!". Pero gracias a ello el segundo acto tiene un ritmo interesante, casi frenético, que te mantiene expectante esperando ver qué le va a pasar a quién.

Hamilton (Gugu Mbatha-Raw) es la única con algo para contar.

Por el lado de los personajes, los miembros de la tripulación están definidos a grandes rasgos sin demasiada profundidad. Tenemos los habituales estereotipos del ruso paranoico, el alemán antipático, el tripulante misterioso, el técnico simpático y bromista, etc. Sin lugar a dudas la protagonista es Hamilton, el personaje interpretado por Gugu Mbatha-Raw (a quien veremos en unos meses en A Wrinkle in Time, de Disney): es la única de quien vemos algo de su vida privada en la Tierra, y a quien se le presenta un interesante dilema personal en el tercer acto. El otro que sobresale un poco es Chris O’Dowd (The IT Crowd) como Mundy, el técnico de la nave que trata de poner buena onda todo el tiempo (aunque se tome su propia "situación" con demasiada naturalidad). El resto del elenco es bastante bueno y se completa con Daniel Brühl (Captain America: Civil War), Elizabeth Debicki (Guardians of the Galaxy Vol. 2), Aksel Hennie (The Martian), John Ortiz (Kong: Skull Island), y Zhang Ziyi (Crounching Tigger, Hidden Dragon). Ninguno de ellos desentona, quizás porque tampoco tienen mucho para hacer o exhibir emocionalmente.

Tal como sucedió con 10 Cloverfield Lane, la principal pregunta es: ¿cuánto de Cloverfield tenía esto realmente en su concepción, y cuánto le fue agregado después para que pueda ser colocada bajo el paraguas de la saga? Porque las conexiones con el film del 2008 son más bien sutiles y no  todas 100% explícitas (excepto quizás para los más fans): a los pocos minutos de iniciada la historia, vemos a un científico en TV hablando de "la paradoja Cloverfield", la cual explicaría el origen del monstruo que azotaba Manhattan en la primera entrega. Y el personaje de Michael (Roger Davies), el marido de Hamilton, se encuentra en la Tierra tratando de escapar de los ataques de algo que no llegamos a ver pero que sabemos bien qué es porque no comemos vidrio. Son justamente estas escenas en la ciudad las que se sienten algo forzadas, como justificando el lugar de la película en la franquicia. Peor aún, interrumpen el clima de tensión y el ritmo generado en la estación espacial, a diferencia de lo que ocurría en 10 Cloverfield Lane, que transcurría los dos primeros actos completamente dentro del búnker. En lo personal, disfruto de este universo cinematográfico que está planteando de a poco J.J., donde cada entrega puede funcionar (o no) de manera individual, tejiendo una pequeña porción de un entramado más amplio (si tuviéramos que ubicarla en algún lugar, The Cloverfield Paradox claramente sería la primera entrega, ya que funciona a modo de precuela). Aunque también es cierto que por ahora seguimos con la duda de si realmente todo está siendo pensado de esa manera o si está siendo armado sobre la marcha aprovechando el nombre, como cuando te enganchás a una fiesta sólo porque sos amigo de alguien famoso.

Cuando te da cuenta que te explotó la cerveza en el freezer.

El guionista Oren Uziel (22 Jump Street) y el director Julius Onah (The Girl is in Trouble) plantean una premisa interesante, que lamentablemente comienza a desinflarse de a poco cuando ya se hace evidente que los tripulantes van a comenzar a morir de una u otra manera, a lo Destino Final, porque la historia así lo requiere. No obstante, The Cloverfield Paradox logra mantenerte enganchado durante su hora y cuarenta minutos de duración; no es el thriller espacial definitivo, pero tampoco aspira a serlo (en ese sentido, quizás tiene más éxito siendo lanzado en Netflix que si hubiera salido directamente en salas comerciales). Si deciden verla como película de ciencia ficción individual o como parte de un universo más amplio (aunque con espacio suficiente para desenvolverse sin grandes ataduras), queda librado a gusto y piacere de cada espectador. ¡Por suerte no todos los universos cinematográficos requieren la presencia constante de Robert Downey Jr.!



VEREDICTO:  6.5 - PARADÓJICA SORPRESA

Netflix saca un conejo de la galera y nos trae The Cloverfield Paradox, un thriller espacial con un ritmo dinámico y atrapante, en especial durante el segundo acto, cuando los eventos extraños comienzan a sumarse. Lamentablemente ese ritmo se ve algo interrumpido por la necesidad de dejar su huella en la trama general de la saga, y todo se diluye un poco hacia el final, cuando ya no quedan interrogantes y vislumbramos el desenlace. A pesar de ello, y sin ser una joya del género, la película tiene la solidez suficiente para valerse por sí sola, más allá de cuánto aporte a esta suerte de "antología suelta" de ciencia ficción ideada por J.J. Abrams y cuan importante sea dicho aporte para nosotros.


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