Recuerdo cuando incursioné en la compra de cómics en inglés, allá a mediados de los '90. Me animé a abandonar la zona de confort linguístico que me brindaban editoriales como Norma y Perfil y, maravillado por los dibujos de un joven de nombre Joe Madureira en Uncanny X-Men (y por los ingenuos beneficios de la convertibilidad), arranqué con mi colección de Marvel. Rápidamente se sumaría Spider-Man, más de los X-Men y, casi sin darme cuenta, ya estaba metido de cabeza en mi primer crossover anual comprando números de personajes que jamás había leído. Ahí fue cuando compré mi primer cómic posta de Thor.
Por supuesto que lo conocía a grandes rasgos. Sabía bien quién era Thor, que su identidad secreta era un lisiado, que su hermano era Loki, que el padre de ambos era Odín, qué era Asgard, el Valhalla y blablabla. Y aunque siempre me interesó tangencialmente el personaje (los vikingos tienen ese no sé qué), lo cierto es que... siempre tuve miedo de comprar cómics de Thor. ¿Miedo a qué? A que ese inglés shakespeareano con el que se expresaban los protagonistas me resulte inabordable. Miedo a que el tono de las historias sea demasiado solemne. Miedo a que me resulte aburrido, en definitiva. Con el correr de los años, la editorial fue aflojando con esa solemnidad y, si leen cualquier cómic de Thor de la última década, notarán que es muchísimo más accesible de entrada que aquellos publicados 20 años atrás.
Hago esta introducción porque, luego de ver Thor: Ragnarok, no puedo evitar sentir que el Dios del Trueno fue transitando el mismo camino en su traspaso a la pantalla grande. Su debut cinematográfico en 2011 estuvo cargado de majestuosidad asgardiana de manera inevitable (la dirigió Kenneth Branagh, el mismo tipo que dirigió Hamlet y Enrique V, por el amor de William), mientras que su secuela, esta vez a cargo de Alan Taylor (director de algunos de los mejores episodios de Game of Thrones), debería haber sido épica y resultó épicamente fallida. Quizás era momento de probar algo distinto, de darle una pequeña vuelta de tuerca al personaje. Y si hay que reconocerle algo a Marvel Studios es que en los últimos proyectos se la jugó bastante con la elección de sus directores, algunos de ellos casi provenientes del cine de culto/under: James Gunn con ambas Guardians of the Galaxy, Jon Watts con Spider-Man: Homecoming, y ahora el neozelandés Taika Waititi con Thor: Ragnarok.
Acá tranquilamente podría sonar la música del Mortal Kombat. Sí, esa que acabo de meterte en la cabeza en este momento. |
El director de Hunt for the Wilderpeople y What We Do in the Shadows (búsquenlas en Netflix, ambas están disponible hace unos meses) se deshace de toda esa pomposidad antes mencionada y acepta gustoso el delirio cósmico inherente a una película de superhéroes con dioses y monstruos verdes luchando en la arena de combate. ¿Qué sentido tiene hacerse los serios? Esta tercera entrega de Thor es el equivalente a cuando, ya transcurrida la boda en la iglesia, llegás al salón, te sacás el saco, te aflojás la corbata, y te sumás al trencito del carnaval carioca. Por supuesto, nada de esto sería posible sin un actor protagonista que logre llevar adelante esa cuota de humor con un guiño de ojo cómplice, y acá se confirma lo que vengo diciendo hace años: Chris Hemsworth tiene un gran, gran timing para la comedia. Entre Waititi y Hemsworth logran encontrar el punto exacto que mejor le sienta al personaje, justo en la intersección entre Tony Stark y Steve Rogers.
Abbot y Costello. Bud Spencer y Terence Hill. Olmedo y Porcel. Thor y Hulk. |
Por el lado del elenco, el rubio fanático de Del Potro es acompañado nuevamente por Tom Hiddleston, cuyo Loki ya prácticamente se maneja solo sin inconvenientes (aunque quizás en esta ocasión resulta ser el remate de las bromas demasiadas veces), y por el siempre enorme Anthony Hopkins, un tipo que puede estar cinco minutos en pantalla y te eleva esa escena a un nivel completamente distinto. Pero lo mejor del cast son las incorporaciones: Tessa Thompson (Westworld, Creed) se destaca como Valkyrie, una de las míticas guerreras asgardianas, ahora auto-exiliada en Sakaar y bastante reticente de volver a involucrarse en los asuntos de su tierra natal; decidida, firme, y bastante ebria, es una muy interesante adición al MCU, ya veremos cómo se lleva con el resto de las chicas. El otro destacado es por supuesto Jeff Goldblum (Jurassic Park, Independence Day) como el Grandmaster, soberano de Sakaar, en su mejor interpretación de Jeff Golblum desde la última vez que hizo de Jeff Goldblum. Nobleza obliga, debemos mencionar al renovado Hulk: ahora semi-inteligente y con una personalidad similar a la de un niño, esta carismática versión del personaje es, por lejos, la mejor vista hasta ahora en pantalla. Y cuando Hulk pasa de vuelta a ser simplemente Bruce Banner, Mark Ruffalo se complementa a la perfección con Hemsworth, logrando una genial dupla que por momentos roza la de alguna buddy cop movie ochentosa.
De la otra vereda, nos encontramos con una Cate Blanchett que luce perfecta como Hela (el diseño de vestuario es impecable). La actriz se mueve y habla con mucho porte, mucha presencia escénica, pero... no tiene demasiado para decir, resultando ser otra víctima más del ya clásico "Trastorno del Villano de Cómic Poco Desarrollado". Hela es malvada porque... porque sí, porque tiene que serlo, porque siente que es quien debe ocupar el trono de Odín y no mucho más, francamente. Lo cual es una verdadera lástima, no solo porque Blanchett es sin dudas una de las mejores actrices caminando por este planeta, sino también porque es la primera villana del Universo Cinematográfico Marvel. Oh, bueno. ¿Qué se le va a hacer? ¡Tarea pendiente para la próxima, muchachos!
Visualmente la película se ve MUY bien, especialmente todo lo referente a Sakaar. Allí la paleta de colores y la fotografía dan un giro de 180º a todo lo visto en los films anteriores, con diseños que son un calco de toda la movida galáctica de Jack Kirby, el genio del lápiz que co-creó casi todo el Universo Marvel junto a Stan Lee hace más de cinco décadas: los escenarios, las armaduras de los soldados, el diseño de las armas y las naves... todo es 100% Kirby. ¡Bien ahí, Marvel!
Otro gran villano, villana en este caso, que podría haber sido mucho más. |
Aún así, el principal inconviente es que se nota demasiado el cambio de tono, la irregularidad de la trama. La división tiene una precisión casi de relojería: primer acto en Asgard, con cierto tono serio y por breves instantes dramático (o eso intenta); segundo acto en Sakaar, donde los chistes se multiplican y la acción se incrementa; tercer acto, los guonistas se acuerdan de Asgard y volvemos todos allá a regañadientes. Es tan acentuada la distinción que no solo se produce en el tono y en la estética, sino también en el campo sonoro: en Asgard, la música es la clásica banda sonora orquestada y operática, mientras que en Sakaar abundan los sintetizadores a lo Tron Legacy ¡y hasta hay una fiesta con DJ! Gracias a Dios tenemos "Inmigrant Song".
Todo lo que está en segundo plano es puro Kirby. Hermoso. |
VEREDICTO: 7.5 - PLANETA THOR
Si te gustan los Guardianes de la Galaxia, ni lo dudes, porque Thor: Ragnarok te va a encantar. Claramente Marvel supo reconocer que James Gunn creó algo distinto, con enorme aceptación del público y la crítica, así que decidió orientar la antena para ese lado acá también. Parte de la audiencia lectora de cómics viene algo disgustada con este nuevo tono del estudio, algo más humorístico y colorido y cuasi-pop, por lo que asumo que verlo a Hulk jugando con una pelota sólo va a echar más leña al fuego.
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