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la cuarta pared

miércoles, 19 de abril de 2017

Review: SANDY WEXLER


By on 6:21 p.m.



Adam Sandler se ha convertido en el comediante favorito para odiar, algo así como "el Arjona de la comedia". Te puede gustar más o menos, pero hay que reconocerle que, promediando los '90s, luego de su partida de Saturday Night Live, Sandler hizo films muy buenos y divertidos: Billy Madison, Happy Gilmore, Big Daddy, e incluso dos de las comedias románticas favoritas de muchos, The Wedding Singer y 50 First Dates, ambas con Drew Barrymore. Ah, y dejamos afuera su brillante trabajo en Punch-Drunk Love porque... sinceramente, todavía no entendemos cómo carajo hizo Paul Thomas Anderson para conseguir esa calidad interpretativa.

A partir de allí, comenzó a repetir sus roles (si bien nunca se alejó mucho del estereotipo que él mismo creó) en lo que yo personalmente llamo "El Ciclo Sandler": va alternando un personaje ganador, "winner", con otro donde hace de tontito o, cuanto menos, con serios problemas. Y así hace raaaaato. Estas interpretaciones cíclicas no hicieron más que reforzarse desde que firmó un acuerdo exclusivo con Netflix porque, si no lo sabían, las comedias de Sandler son históricamente las películas más vistas en el servicio de streaming.

No, no. No te frotes los ojos. Leíste bien.

The Ridiculous 6, la primera entrega del acuerdo exclusivo (que recientemente se extendió a cuatro películas más) es... es... por Dios, es tan mala; pero así, con ganas de ser mala. La segunda, The Do-Over, debo reconocer que sentí que zafaba; al finalizar, me sorprendí al darme cuenta que no hubo un solo chiste de pedos. Ni uno. En una comedia de Sandler. Algo inaudito.

Ahora es el turno de Sandy Wexler y... sinceramente por momentos es difícil de definir. Ya desde el primer avance notamos que había algo muy raro: no entendíamos bien si se trataba de una parodia, de un mockumentary (lo que nosotros llamamos "falso documental"), o si simplemente Adam seguía cayendo más y más bajo. Y la verdad es que se trata de una mezcla de todas.

No, no. No aplaudas. No hay motivos, en serio.

Ambientada en Los Angeles a mediados de los '90, la película narra la historia -por momentos mediante testimonios a cámara- de Sandy Wexler, un extravagante manager de artistas más extravagentes aún (por no decir lamentables). ¿Conocen el refrán que dice que "Siempre hay un roto para un descosido"? Bueno, se aplica a la perfección para Sandy y su cartera de representados. Pero lo que diferencia a Sandy de otros managers es que realmente se preocupa por la gente de manera genuina y desinteresada: siempre hará todo lo posible para que sea el artista quien se luzca, no él. Sandy no es alguien millonario ni mucho menos; de hecho, vive en una casa prestada "con acceso limitado". Y sí, es conocido en el medio... aunque no exactamente por los razones adecuadas. Pero le mete una garra y una pasión que absolutamente todos reconocen y ratifican.

Una tarde soleada, Sandy conoce en un parque de atracciones a Courtney Clarke (interpretada por Jennifer Hudson), una joven cantante con una voz soñada, que parece destinada a llegar a lo más alto y convertirse en la próxima Whitney Houston en lugar de hacer de Patito Feo en un show infantil. Sandy inmediatamente reconoce el talento innato y se ofrece a representarla, a cambio de que ella siempre recuerde sus orígenes, de dónde vino (el barrio, nena, ¡el barrio!). A partir de allí, todo se vuelve automáticamente predecible: Courtney efectivamente se convierte en estrella, Sandy se enamora pero no lo reconoce, ella se agranda y se busca otro manager hasta que finalmente se da cuenta que "él siempre estuvo ahí", blablabla. Lo típico.

Empecemos entonces por mencionar lo bueno, o rescatable, de la película. Mmmh... OK, creo que unas tres o cuatro veces me reí, ¡con ruido y todo! ¿Qué más? La ambientación noventosa le brinda cierto encanto a la historia, con sus grandes sacos de colores chillones, sus Tower Records y sus referencias a eventos cuyos desenlaces ya conocemos. Y Jennifer Hudson, quien recordemos surgió de American Idol en 2004, ciertamente tiene el perfil y la voz para representar el rol de "chica que logra su sueño de ser artista". Ah, y Terry Crews haciendo de luchador; pero Terry Crews siempre es genial, no necesita actuar de nada, es divertido hasta cuando va a comprar figacitas de manteca.

La encantadora Courtney y Sandy se enamoran sin darse cuenta. Obviamente.

Ahora pasemos a lo que definitivamente NO funciona. Y sí, lo primero es el propio Adam Sandler, lamentablemente. Según los testimonios del actor, el personaje está basado en Sandy Werkin, su primer manager profesional: un hombre adulto que era puro corazón, aunque terriblemente mentiroso y chamuyero. El problema es que, por enésima vez, Sandler vuelve a actuar de la misma manera para hacer este tipo de personajes: camina igual, gesticula igual, se ríe igual... todo idéntico. Lo peor es que, por ejemplo, la primera vez que se ríe te resulta simpático pero a la tercera ya es demasiado molesto. Y encima la película dura dos horas. Dos. Horas. Una eterrrrnidad.

Los chistes por momentos se repiten: está bien, como mencionamos, que los personajes comenten hechos actuales (en los '90s) que nosotros sabemos cómo terminaron y ellos no; ese conocimiento de nuestra parte es divertido. Pero cuando ya usan ese chiste por tercera o cuarta vez, con Sandy diciendo que Blockbuster va a ser un éxito y que una franquicia de tiendas de venta de café en Seattle no tiene futuro alguno, bueno... es exprimir un recurso hasta la última gota. Ni hablar del diálogo telefónico final entre el protagonista y Beavis and Butt-head (sí, esos Beavis and Butt-head); se percibe más como un último intento de ganarse el agrado del público a último minuto, que cualquier otra cosa.

Muchas comedias actuales pecan de cierta creencia errónea de que, si llenan sus escenas con figuras reconocidas o cameos de celebridades, eso les otorga más legitimidad. Y Sandy Wexler es uno de los mejores exponentes de que ¡NOOOO, no funciona así una buena comedia! No solo vemos a la troupe habitual de Sandler (Kevin James, Rob Schneider, Nick Swardson, Colin Quinn, David Spade, etc.), sino que esta vez se suman estrellas como Jimmy Kimmel, Conan O'Brien, Judd Apatow, Quincy Jones, Jason Prestley, Jewel, Arsenio Hall, 'Weird Al' Jankovich y muchísimos más, algunos en roles menores y otros en escenas testimoniales que cobran sentido recién sobre el final.

Sandy ansioso por saber el veredicto.

Quizás... y sólo quizás... si la película durara 25 minutos menos y tuviera a otro actor como protagonista, podríamos llegar a empatizar un poco más con él. Y hasta quizás podría llegar a ser una película relativamente buena y hasta emotiva: Sandy Wexler intenta decirnos algo. Pero cuando en el tercer acto la historia se vuelve más seria y sentida (aunque cursi), ya es imposible sentir algo por un personaje que se la pasó durante 90 minutos riéndose de cualquier cosa como un pelotudo mientras masticaba con la boca abierta.



VEREDICTO:  5.0 - ESTRELLA ESTRELLADA

Adam Sandler ya es como un adicto en recuperación. Cuando parece que quiere salir adelante y mejorar y hacer algo diferente, vuelve a caer en los vicios habituales; en este caso, eso implica hacer de tontito con las mismas caras y la misma risa de siempre. Sandy Wexler es un intento fallido del comediante por hacer una película ligeramente distinta, pero al final ni pincha ni corta y sólo se convierte en una mala comedia. Sí, otra más.


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