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la cuarta pared

viernes, 30 de diciembre de 2016

Review: SING STREET


By on 1:34 p.m.




A simple vista, Sing Street (escrita y dirigida por John Carney) reúne muchísimos clichés genéricos: la amistad en la primera adolescencia, el primer amor y el sueño de tener una banda de rock; todos ellos inmersos en la temporalidad cliché por excelencia de la década del '80. Pero las apariencias engañan y lo que parece ser una fusión entre School of Rock y Super 8 no es de ninguna manera un revoltijo de cosas ya vistas: estamos ante una de las mejores películas de 2016.
La crisis agobia a Conor (Ferdia Walsh-Peelo) por todos lados. A sus primeros pasos en la adolescencia se suma el inminente divorcio de sus padres y el envío a un nuevo colegio motivado por ajustes económicos. Con los problemas del contexto familiar resonando en su interior, se convierte rápidamente en víctima de bullying tanto por parte Barry, el matón del colegio (Ian Kenny) y del encargado del establecimiento educativo, el Hermano Baxter (Don Wycherley), quien lo toma de punto principalmente por llevar zapatos marrones en lugar de los negros que dicta el reglamento escolar.

Afortunadamente no se ahonda ni se dramatiza mucho en esta violencia, sino que acompaña, siempre latente, a la trama principal que va por otro lado. Es así como Conor se fija en Raphina (Lucy Boynton), quien no estudia, parece más adulta y frecuentemente está haciendo nada frente al colegio. Para abordarla no se le ocurre mejor idea que proponerle actuar en el videoclip de su banda; un buen plan, si no fuera por un detalle: no tiene ninguna banda. Y ahí, aliado a Darren (Ben Carolan), ambos empiezan a construir.

Chico conoce Chica. Chico arma una banda para impresionarla.
Construir (sí, construir a secas) es justamente la palabra clave para definir el motor de la película. Pese al entorno que se derrumba, Conor (quien ahora adopta el "nombre artístico" de Cosmo) y su grupo de amigos no dejan de construir: su banda, su identidad, su historia de amor y sus relaciones interpersonales, principalmente con Eamon (Mark McKenna), quien se transforma en su mejor amigo y con Brendan (Jack Reynor), el hermano mayor que todos quisiéramos tener.

Todo lo que atañe a la formación de la banda y su búsqueda de estilos no tiene desperdicio. Cosmo lleva al grupo sugerencias nacidas de escuchar discos juntos a su hermano, que se convierten en claras influencias de lo que escriben y cómo se visten: verlos llegar vistiendo un día como los integrantes de The Cure y otro como Duran Duran, por ejemplo, es un recurso que funciona por repetición y efectivamente lo esperás, porque no solo es un gag, sino que también el homenaje emociona. Comentario aparte, el vestuario es impecable.

El mágico e improvisado primer videoclip: "The riddle of the model".
El arco de transformación de Cosmo, que parte de un chico solitario que desafina un toque cantando solo en su pieza y llega a ser un frontman lleno de carisma en la presentación en vivo de la banda, brinda solidez y soporta toda la historia. Un guión clásico, sólido y convincente, con diferentes subtramas que apuntalan la principal, parece algo de manual y fácil de lograr, pero no lo es. Si fuera fácil absolutamente todas las películas que salen a cartel funcionarían. Efectivamente el protagonista parte de un estado inicial, atraviesa una polaridad y se planta de la vereda de enfrente, sin punto de retorno. Y en el camino te lleva de la mano para que lo acompañes en un torbellino de las emociones típicas de la edad, magistralmente retratadas.

Absolutamente todo en Sing Street está bien: el cast (se destaca Brendan quien, además de ser el personaje más querible, se nota que está interpretado con mucho cariño) funciona perfectamente no solo desde la fisonomía de los intérpretes, sino además mediante pequeños gestos y sutilezas que los construyen como personas de carne y hueso. El ritmo narrativo, que acompaña los vaivenes emocionales de la historia, sabe acelerar los momentos de mayor adrenalina y nutrirse de planos más largos en momentos de melancolía e introspección.

#AMARLOS

Como era de esperarse, la banda sonora merece una mención aparte. Compuesta de hitazos de los '80s (de esos que siempre es bueno volver a escuchar), se le suman las canciones originales que compuestas por los pibes, sin temor a exagerar, LA ROMPEN; escuchen "Drive it like you stole it" y díganme si no quieren salir a morfarse el mundo (y el segmento que musicaliza es sin lugar a dudas una de mejores partes de la película).



VEREDICTO:  10 - DIEZ ES POCO 

El cine sigue demostrando que no está muerto a través de películas como Sing Street: una buena historia (sin pretensiones de ningún tipo), bien contada, con personajes cuidados y entrañables y una musicalización sobresaliente. Ah, y encima repleta de emociones y con un mensaje hermoso. Pocas películas sacian por igual el intelecto y el corazón.


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