Coincidiendo con el comienzo de la temporada festiva, Netflix acaba de presentar su nueva producción original: A Very Murray Christmas. Pero, si fuera un regalo de Papá Noel, ¿está más cerca de ser el juguete que habías pedido, o un paquete con tres pares de medias?
Escrito y dirigido por Sofia Coppola (Perdidos en Tokio, Las Vírgenes Suicidas) se trata del típico especial navideño para televisión... estadounidense. Porque acá no solemos tener este tipo de emisiones televisivas con un anfitrión e invitados famosos que simplemente van a tirar facha y cantar villancicos entre todos. Lo más parecido que recuerdo son las publicidades de fin de año del viejo Canal 9, con el inolvidable Alejandro Romay a la cabeza. Y quizás ahí radica su mayor obstáculo: que como televidentes argentinos, no estamos acostumbrados a estos programas.
Como se habrán dado cuenta por el nombre, el especial está protagonizado por Bill Murray (quien por supuesto ya trabajó con Coppola en Perdidos en Tokio); en esta oportunidad, Bill oficia tanto de protagonista como de host (anfitrión). Todo comienza con el actor (haciendo de él mismo) atrincherado en el Hotel Carlyle, New York, en plena víspera de Navidad. Está a minutos de comenzar la transmisión en vivo de un especial navideño con figuras del espectáculo invitadas. Lástima que no concurrió absolutamente nadie, a causa de la mayor tormenta de nieve que se haya visto en años azotando la ciudad. Así que ahí está Bill: hecho una bola de nervios, arrepintiéndose de haber firmado el contrato que ahora debe cumplir mientras sus dos productoras (Amy Poehler y Julie White) intentan convencerlo que no pasa naaaada si no vino nadie, todo va a salir bien. El único que le hace la gamba y lo acompaña en todo es Paul Shaffer (un conocido director musical). Luego de cruzarse con un joven representante de talentos (Michael Cera), Murray se resigna y comienza la transmisión... por un minuto, porque finalmente pide perdón y sale corriendo. Allí, en la entrada del hotel, se cruza con Chris Rock, a quien "convence" (nótese las comillas) de que lo acompañe en el programa.
Hasta acá, y quizás como era de esperarse, todo se siente muy Perdidos en Tokio: la excusa de la tormenta de nieve le permite a Coppola generar esa sensación de aislamiento en plena metrópolis, ese sentimiento de soledad aún cuando estás rodeado de gente; es algo que la escritora-directora demostró saber manejar con maestría, así que no nos molesta en absoluto que lo vuelva a hacer. Por su parte, Murray aporta ese rostro de tipo desahuciado que parece estar muriendo de una hemorragia interna de angustia, y que pocos actores logran expresar tan pero tan bien: casi que sentís lástima por él pero al mismo tiempo no podés evitar disfrutar -con cierto morbo- de su calvario.
Como dije, hasta ahí todo bien. Pero en cuanto empiezan a caer los villancicos... ufff. Casi que sentimos la misma angustia que Bill, pero por razones completamente distintas: abuso de melodías que el grueso del público local desconoce por completo (a veces te queda la duda si son las letras posta o si Murray está inventando al voleo) y que se extienden demasiado, especialmente en la secuencia del bar del hotel, donde cantan una canción tras otra, de las cuales sólo conocemos y disfrutamos dos. A partir de ese momento, Bill pasa de ser protagonista a convertirse en anfitrión, un mero intermediario entre una canción y otra, el tipo que les da el pie a los demás para que canten un poco; dicho de otra manera, un desperdicio absoluto de sus dotes para la comedia. Sobre el final, todo muta en un especial televisivo hecho y derecho, con músicos y bailarines. Más aburrido todavía.
En cuanto a las estrellas invitadas, además de los mencionados previamente participan Rashida Jones (Parks and Recreation), Maya Rudolph (SNL), Jason Schwartzman (casi cualquier película de Wes Anderson), George Clooney y Miley Cirus, entre un par más que ni conocés. De todos ellos vale la pena destacar a Maya Rudolph (que con cada proyecto se muestra más versátil y afianzada) y la rebelde de Miley Cirus que, sinceramente, interpreta una excelente y emotiva versión de "Silent Night" (más conocida como "Noche de paz" por estas latitudes). Es más, les hago el favor de dejarles el clip acá mismo, así se evitan fumarse 40 minutos del especial:
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| Algunos de los invitados. |
Hasta acá, y quizás como era de esperarse, todo se siente muy Perdidos en Tokio: la excusa de la tormenta de nieve le permite a Coppola generar esa sensación de aislamiento en plena metrópolis, ese sentimiento de soledad aún cuando estás rodeado de gente; es algo que la escritora-directora demostró saber manejar con maestría, así que no nos molesta en absoluto que lo vuelva a hacer. Por su parte, Murray aporta ese rostro de tipo desahuciado que parece estar muriendo de una hemorragia interna de angustia, y que pocos actores logran expresar tan pero tan bien: casi que sentís lástima por él pero al mismo tiempo no podés evitar disfrutar -con cierto morbo- de su calvario.
Como dije, hasta ahí todo bien. Pero en cuanto empiezan a caer los villancicos... ufff. Casi que sentimos la misma angustia que Bill, pero por razones completamente distintas: abuso de melodías que el grueso del público local desconoce por completo (a veces te queda la duda si son las letras posta o si Murray está inventando al voleo) y que se extienden demasiado, especialmente en la secuencia del bar del hotel, donde cantan una canción tras otra, de las cuales sólo conocemos y disfrutamos dos. A partir de ese momento, Bill pasa de ser protagonista a convertirse en anfitrión, un mero intermediario entre una canción y otra, el tipo que les da el pie a los demás para que canten un poco; dicho de otra manera, un desperdicio absoluto de sus dotes para la comedia. Sobre el final, todo muta en un especial televisivo hecho y derecho, con músicos y bailarines. Más aburrido todavía.
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| Por favor... queseaelúltimo, queseaelúltimo, queseaelúltimo... |
En cuanto a las estrellas invitadas, además de los mencionados previamente participan Rashida Jones (Parks and Recreation), Maya Rudolph (SNL), Jason Schwartzman (casi cualquier película de Wes Anderson), George Clooney y Miley Cirus, entre un par más que ni conocés. De todos ellos vale la pena destacar a Maya Rudolph (que con cada proyecto se muestra más versátil y afianzada) y la rebelde de Miley Cirus que, sinceramente, interpreta una excelente y emotiva versión de "Silent Night" (más conocida como "Noche de paz" por estas latitudes). Es más, les hago el favor de dejarles el clip acá mismo, así se evitan fumarse 40 minutos del especial:
Y respecto a Clooney... es el típico caso donde hacen marketing con el nombre para tener más chapa, pero finalmente aparece menos de 5 minutos en pantalla; creo que si dice diez palabras, es mucho. Relacionado con estas participaciones, hay algo que me molestó un poco: mientras que algunas de estas celebridades (Murray, Rock, Clooney, Miley) se interpretan a ellos mismos, el resto interpreta un personaje. Decídanse, gente: o todos hacen de ellos mismos, o busquen actores desconocidos para los roles secundarios. Porque que Chris Rock sea Chris Rock pero Amy Poehler sea una productora cualquiera... digamos que te saca un poco de la historia y resulta algo confuso (más cuando conocés a todos los que participan).
En definitiva, con la presencia de Sofia Coppola a la cabeza, obviamente no esperábamos una comedia navideña como, por ejemplo, la reciente The Night Before (no es el cine que hace la joven realizadora). Pero ciertamente tampoco esperábamos semejante bodrio. Seh, está Bill Murray, y por momentos hace lo suyo y nos encanta. Pero hay muy, muy poco de eso. El resto es un grupo de gente desconocida cantando villancicos que jamás escuchamos.
En definitiva, con la presencia de Sofia Coppola a la cabeza, obviamente no esperábamos una comedia navideña como, por ejemplo, la reciente The Night Before (no es el cine que hace la joven realizadora). Pero ciertamente tampoco esperábamos semejante bodrio. Seh, está Bill Murray, y por momentos hace lo suyo y nos encanta. Pero hay muy, muy poco de eso. El resto es un grupo de gente desconocida cantando villancicos que jamás escuchamos.
VEREDICTO: 4.0 - ESPERÁ A LOS REYES MAGOS
¿Te acordás cuando eras chico, en Nochebuena, y estabas ansioso/a porque sean más de las 12 y puedas ir corriendo al arbolito y ya estén los regalos listos para abrir? No se pasaban más esos minutos previos, ¡parecían interminables! Bueno... lo mismo pasa con A Very Murray Christmas: cada villancico (de los que hay demasiados) parece eterno y no ves la hora que todo se termine, para poder brindar, saludar a tus tíos e irte a dormir temprano. Una gran decepción de fin de año.
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