Si hay una figura icónica masculina dentro de la industria del porno, es Ron Jeremy, capaz de practicarse autofelación en sus años mozos (ahora está gordo y viejo y más gordo) y récord Guiness de apariciones en filmes para adultos. Pero más ícono que él en sí mismo... es su pene.
Y es justamente de este miembro de la cultura pop que parte la premisa del filme.
Un grupo de actores porno y equipo técnico van a una cabaña alejada, en medio de una tormenta de nieve, a grabar una película. Pero este equipo, integrado entre otros por Amber Benson (Tara de Buffy la Cazavampiros), Verónica Hart (Magnolia, Boggie Nights, pero principalmente gran estrella porno de los 70's y 80's) y Charles Napier (Blues Brohters, Rambo II) no sabe que el rodaje se convertirá en una masacre cuando del espacio exterior una luz extraña (poco justificada desde el guión) cae sobre Jeremy, provocando el posterior desprendimiento de su pene... vivo y con insaciables instintos asesinos y reproductivos.
La trama de One eyed Monster es simple y clara: un pene asesino, pero no cualquier pene, sino el de Ron Jeremy. La base está. Luego, la película hace una gala majestuosa de economicidad de recursos, generando suspenso con nada (el pene prácticamente no se ve). También el uso de la cámara subjetiva, en este caso representando la mirada del único ojo del monstruo, sumado a las pésimas actuaciones de los personajes acechados generan ese clima de bizarreada, de tan malo que es bueno, que caracteriza a este tipo de filmes.
La historia te atrapa desde el primer momento, porque empieza en serio, porque trazan planes coherentes para matar al monstruo y porque los diálogos son de otro planeta: los chistes alusivos a la industria del porno y a cómo funcionan las relaciones humanas dentro del género están a la orden del día.
VEREDICTO: 9.0 - ¡PEDAZO DE PELÍCULA!
Recomendadísima... no sé si para reunir a toda la familia, pero para ver entre amigos tomando unas birras, One eyed Monster es un excelente plan. No hagas lo mismo que hice yo de pasar mi vida entera ignorando la existencia de semejante magia.
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