Crónicas del #MDQFEST - Día 8

Entre pitos y flautas, el Día 10 me di cuenta que no había escrito esta crónica, pero eso lo contaré debidamente dentro de dos días.

El Día 8 fue el Viernes 25, que arrancó en un horario más o menos decente, recién a las 13:10 hs. tenía la función de prensa de Terror 5, de los hermanos Sebastián y Federico Rotstein. Lo bueno del horario era que no tenía que salir a las corridas del hotel a la mañana; de hecho, fui re tranquila a almorzar al Paseo Aldrey (en uno de los locales del patio de comidas tenés ensalada y bebida por $81: excelente precio a comparación del mismo menú en cualquier restaurant del centro, aunque me desquicia bastante el "1" del precio; redondeá a 80 o a 85, porfi). Lo malo del horario es que te impide justamente arrancar temprano, ya que por lo general no llegás a ver ninguna de las películas que arrancan alrededor de las 10.

Terror 5 propone cinco historias que suceden al mismo tiempo en Buenos Aires, la noche donde el Congreso da su sentencia al Jefe de Gobierno y otros responsables del derrumbe de una obra en construcción que causó la muerte de 15 personas. Si bien las historias se relacionan con la interacción de algunos personajes, el vínculo más fuerte es el temático, a lo Relatos Salvajes: el conjunto de historias habla de la justicia por mano propia, de las diferencias entre la imagen real o ficcionalizada en los medios y de diferentes tipos de relaciones de poder.

Terror por partida quíntuple.

De ahí volé al Ambassador, a la Sala 1, con la que empecé a amigarme un poco porque más o menos ya aprendí dónde sentarme. De hecho, me parece piola para el próximo festival hacer algún tipo de instructivo de recomendaciones de ubicación según sala.

El documental De Palma fue, creo, la película con menos onda de todo el festival, en el sentido que es solamente Brian De Palma hablando a cámara ilustrado por imágenes de películas que va citando. La enorme magia de la película es cómo lo cuenta: además de ser un gran director, se revela como un excelente contador de anécdotas. Su mirada es completamente magnética. Y tira algunas perlitas como, por ejemplo, cuando se refiere a las remakes de Carrie, dice que estas películas cometieron todos los errores que él procuró evitar. Se comenta que está circulando en internet, pueden buscarlo.

De Palma y Al Pacino en una escena crucial de Scarface.

Por un momento lo pensé dos veces, pero decidí no cambiar de planes y volví al Paseo Aldrey (posta, chicos, son como 20 cuadras desde donde estaba, y a la mañana ya había estado ahí). Allí se presentaba El Negoción, de Simón Feldman. Feldman es, a mi entender, uno de los tipos que más sabía de cine en la Argentina y mejor sabía transmitir ese conocimiento. Fue docente, primer director de la carrera de Diseño de Imagen y Sonido en la UBA y escribió numerosos libros teóricos, súper didácticos y sencillos de leer. La presentación estuvo a cargo de José Martínez Suárez, tipo que me parece completamente fascinante: no solo tiene en su haber grandes películas (El Crack, Los Muchachos de Antes no Usaban Arsénico), sino que además te cuenta historias de la generación del '60 de primera mano: o estuvo ahí o se la contaron los protagonistas. Me causó mucha gracia cuando contó que Samuel Feldman, el hermano de Simón, también cineasta, decidió usar un nombre artístico cansado de que lo conozcan como "el hermano de Simón Feldman". Ahora era "Martín Schor, el hermano de Simón Feldman". José, corazón, la gran mayoría del público no especializado te conoce como "el hermano de Mirtha Legrand". ¿Qué lo burlás al pobre Samuel?

Yendo a la proyección en sí, El Negoción es una película con una mirada ácida sobre la sociedad de consumo: cómo se fabrica una necesidad y se manipulan diferentes sectores en pos de una ganancia económica cada vez más grande. En tono de comedia, plantea una historia realmente interesada y bien contada. Por suerte la copia tenía muy buena calidad. Otra peli que, si logran interceptarla, deberían verla.

Que nombres simpáticos tenían los actores por aquel entonces.

Me quedaba un rato (largo) hasta las 23:20,  horario de la siguiente función, así que pasé por el hotel a terminar alguna nota (estuve en la compu pero no recuerdo bien qué hice), dormí un rato y salí hacia la que sería la proyección más accidentada del Festival...

En la Sala 2 del Ambassador pasarían Drácula en Campana, un corto de Tití Ramírez. Presentado por Nekro, quien le hizo llegar a Pablo Conde (uno de los programadores) la copia, nos enteramos que Tití era un señor de buena posición económica en la ciudad de Campana, por lo que tenía una cámara Super8 y, para matar el aburrimiento, junto a sus amigos se dedicaba a hacer cortos de ficción: Drácula es sólo uno de ellos. Musicalizado por Boom Boom Kid y Zurita, logra generar climas que no tienen nada que envidiarle a otras grandes revisiones del personaje. Por el lado de las locaciones y caracterizaciones, son todas impecables.

Sí, ése es un Drácula. Y está en Campana.

Luego de amagar alrededor de cinco veces con empezar (por problemas de audio, de foco, de velocidad), con una pausa larga en la que Nekro y Conde contaron diferentes anécdotas, pudo dar inicio la mexicana El Mundo de los Vampiros, que completaba el programa.

Con dos IDIOTAS en la fila de atrás que no dejaban de hablar, patear la butaca y decir "Perdón, perdón, jijiji" cada vez que se los hacía notar, pude ver una película increíble, una desopilante historia de vampiros que son espantados por determinada melodía. Ciertamente abrió mi curiosidad a seguir indagando en el género "Vampiros Mexicanos".

¡Por más vampiros mexicanos!

Como esta función se retrasó, ya no llegaba a ninguna sala a ver otra cosa, así que me fui al hotel a dormir. Por más que haya sido un día tranquilo, el cansancio me pasaba factura de nuevo. Cada vez me molestaban más cosas en general (la cama de una plaza, la gente que no sabe comportarse en una sala de cine, las veinte cuadras al Paseo Aldrey), pero por suerte las podía olvidar viendo peliculones como los que vi en esta jornada. Aunque casi agotada, sabía que tenía que aprovechar a fondo los últimos dos días porque, llegado el Domingo, tendría que esperar un año más para volver a transitar esta fiesta.