Les digo la verdad verdadera: tuve que agarrar mi grilla de mano donde voy anotando qué ver y demás para cerciorarme qué cazzo hice ayer. Ya no se bien qué día es, aunque sé que tengo que prestar atención al sacar las entradas e ir a las salas porque me conozco y soy completamente capaz de pifiarla fuerte.
Arranqué el día en el Auditorio, la sala donde se desarrolla la Competencia Internacional, para la función de prensa de nuestra recomendada Free Fire. Era la primer privada de prensa a la que iba y me daba desconfianza cuando, a cada integrante del staff que les consultaba, me decían "No, nada más hace la fila y entrás". Yo no había reservado entradas ni nada, y veía en la misma fila gente con tickets en la mano y me ponía looooocaaaaa, pero después dije "Bueeeno, me hago la boluda y de alguna manera voy a entrar. Tendré que sonreírle al cortatickets si no queda otra...". Por suerte no fue necesario, porque la información que me habían dado los del staff, a pesar de mi desconfianza, era cierta: a las de prensa entras directamente mostrando la credencial, a lo agente del FBI que entra a la escena del crimen. Es más, en un rato arranco a la de José Celestino Campusano y le pienso decir al de la entrada "Agente Ayi Turzi. La Cuarta Pared".
Bueno, cuestión que Free Fire la rompe. Con una Brie Larson impecable y un Sharlto Copley que quiero cada día más, la película de Ben Wheatley cuenta una reunión entre miembros del ejercito republicano irlandés (IRA) y traficantes de armas para efectuar un intercambio en una fábrica abandonada. Pero se pudre todo y empiezan a los tiros. Con un guión milimétrico y un nivel de acción que te atrapa y te sacude toda la modorra, es una película para la gente que ama las historias pequeñas pero magistralmente contadas. ¡Vírgenes que cuentan la cantidad de balas que se supone que puede disparar un arma: Abstenerse! (Chabón, en La Sirenita un cangrejo canta y nadie dice nada, calmáte un poco).
¡Después pasé por un chino al peso! Así es: encontré un chino al peso, chicos; la gloria. Me armé una ensalada de repollo, lechuga, tomate, huevo y roquefort y la comí sentada en la peatonal, porque no me importa nada.
De ahí me fui a la Sala 3 del Ambassador, en un segundo piso (donde me pasó algo curioso: si recordaba que estaba en un piso dos, me daba vértigo), a ver The Thoughts That Once We Had, de Thom Andersen, quien tiene una sección propia dentro de la programación. Sabía que podía ser soporífera, sí, y el primer tramo se me hizo bastante cuesta arriba. Andersen cita e ilustra diferentes pasajes de los dos volúmenes de "Estudios Sobre Cine" de Gilles Deleuze, así que la posta para poder seguir esta peli es tener al menos los conceptos principales de Deleuze frescos; caso contrario es como tratar de entenderse con un chino mediante lenguaje de señas. Por eso mi atención oscilaba bastante: si bien conozco al autor, no recordaba determinadas ideas y ver imágenes ilustrativas sin saber a qué texto están apelando es un poco desconcertante.
Si no vas "estudiado", Andersen puede volverse bastante confuso. |
Salí y de toque me puse en la fila para Vuelo Nocturno (La Leyenda de las Princesitas Argentinas) de Nicolás Herzog. También con el director presente, el documental se centra en la relación entre Antoine Saint-Exupéry y las dos hijas de la familia Fuchs, quienes lo habían asilado en Concordia tras un aterrizaje forzoso. Con testimonios y reconstrucciones, Herzog indaga en cómo estas dos niñas pre-adolescentes inventaban diferentes historias que parecen haberle servido de inspiración al francés para su obra cumbre, El Principito. Si bien me extenderé debidamente en la review, puedo adelantar que me gustó mucho. Es como que los argentinos siempre sabemos cómo encontrar la manera de relacionarnos con grandes figuras o hechos históricos, y la tesis de Herzog no es puro cholulaje, sino que tiene pruebas sólidas para mantenerla.
¿Las verdaderas musas de Saint-Exupéry? |
De nuevo, corrí al Aldrey, antojadísima de comer Lemon Pie (no me gustan las cosas dulces, de hecho soy militante anti-chocotorta por ejemplo, pero no sé, la idea de Lemon Pie a veces se me mete fuerte en la cabeza). Cuestión que me tuve que conformar con una tartita de manzana simbólica. Digo simbólica para no decir súper chota.
Antojada. |
Con un poquito de demora arrancó Des Nouvelles de la Planete Mars. Dentro del panorama de autores, la película de Dominik Moll acompaña las desventuras de Philippe Mars (François Damien), programador, divorciado con dos hijos, un tipo que no tiene autoridad para decirle que no a nada, que no impone nada de respeto y que se ve envuelto en una aventura completamente disparatada porque su entorno no está nada cuerdo. Me quedé pensando un rato cómo el cine francés, al menos el que se ve en este festival, tiene tan incorporado dentro de su verosímil elementos entre fantásticos y absurdos, y encajan firmemente en el relato dándoles una identidad súper reconocible.
Llegan noticias desde el planeta Marte. |
Traté de nuevo de pasar por La Nieve a por mi pizza de cebolla y mi cerveza, pero van a tener que seguir esperando, porque si hacía la fila y pedía, iba a llegar tarde a Demonlover. Bajé directamente al Cine del Paseo pensando en picar algo del Candy Bar: pésima idea. El bolsillo pesó más que el hambre y sólo me compré una Coca Cola, principalmente para que me saque un poco la modorra.
Ya en la sala, me acomodé bastante bien, pero en seguida visualicé a una enemiga imaginaria: en la fila de atrás, una pibita le empezó a patalear a sus amigas que "estaban muy lejos de la pantalla", con un tono de voz bastante molesto. "Listo", dije, "ésta va a parlotear toda la película". Dicho y hecho, pero previo a eso se pasaron a mi fila y salió al pasillo por el costado más alejado (o sea, estaban a tres butacas del pasillo derecho pero la piba optó por pasar delante de 15 personas y salir por el izquierdo). Volvió a entrar por el camino más largo a los 15 minutos con... pochoclo. Amo el pochoclo, dormiría abrazada a un balde, de hecho hay veces que me hago pochoclo con vainilla y caramelo (como el del cine) de cena, pero no sé, como que en un Festival no se debería poder comer, nadie lo hace, queda feo, no sé. Y obvio, habló un buen rato una vez empezada la peli, hasta que comentó "Ay, ¿pero qué pasa que todos miran porno?", y alguien la calló con algo que sonó a "Dale, como si vos no miraras, boluda, calláte".
Esto en el festival NO. |
Es verdad que miraban bastante porno en la película, porque Demonlover, de Oliver Assayas (también con sección propia), es una especie de película de espías pero desarrollada en la actualidad, en el ámbito de una disputa entre dos corporaciones por quedarse con un sitio web japonés que produce animaciones de alto contenido sexual. No me aburrió, pero tampoco estaba tan buena como esperaba: es una mezcla de Three Days of the Condor con Videodrome y pornografía. En líneas generales es un meh!, pero considerando que terminó antes de la 1 AM (las últimas películas proyectadas suelen arrancar a las 0:00, con lo que llego al hotel pisando las 3) y me pude acostar "relativamente temprano", creo que fue la mejor elección.
Una de las escenas donde nadie mira porno. |
Volví caminando, como siempre. No hacía mucho frío pero tenía hambre. Igual, me acosté directamente, esperando al día siguiente hacer rendir el desayuno.
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