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la cuarta pared

martes, 7 de abril de 2015

Review: BETTER CALL SAUL - 1ª temporada


By on 12:52 p.m.



Fue más larga la etapa de esperarla e ir alimentando la ansiedad con imágenes y rumores que venían desde el set, que la duración de la primer temporada en sí. Ya terminó, y hasta (probablemente) Febrero de 2016 no va a volver. Qué momento, ¿eh?

Vince Gilligan  y Peter Gould, creador y guionista habitual de Breaking Bad respectivamente, la serie donde el personaje nace, habían anunciado en 2013 que se venía el spin-off, y ahí empezó todo. Sin lugar a dudas, Saul Goodman, a.k.a. James McGill (interpretado por Bob Odenkirk, de Fargo, How I met your mother) era uno de los personajes con más potencial para ser desarrollado en una serie propia: es grasa, extravagante, con un olfato muy preciso para detectar vacíos legales y con dotes de negociador envidiables, pero ¿siempre fue así? ¿Siempre tuvo la exposición mediática que tenía en Breaking Bad, banners en vía pública y publicidades televisivas incluidas? ¿Cómo llegó a dónde está ahora? Hay una sóla respuesta a todas estas preguntas: Better Call Saul.

(Por las dudas, a partir de este momento accionamos la ¡¡SPOILER ALERT!!)

A lo largo de los 10 (¡escasos!) capítulos de la primer temporada, asistimos al inicio de la creación de un mito, y el creador no es más que él mismo. James McGill es un remador, un luchador que se recibió de abogado en secreto estudiando por correspondencia, siguiendo los pasos de su hermano Chuck (Michael Mckean, de This is Spinal Tap), quien lo subestima a más no poder y no lo integra al poderoso bufete de abogados Hamlin, Hamlin & McGill del cual es socio, ni recién recibido, ni más adelante.

Pero Jimmy tiene una gran noción de la responsabilidad y un enorme amor y devoción por su hermano y no deja de asistirlo, llevándole provisiones todos los días, ya que Chuck está convencido que es alérgico a la electricidad y por eso vive en condiciones medievales sin salir de su casa. Hasta que se siente traicionado. Y le suelta la mano... mano que, sinceramente, Chuck no le estaba dando.

Otra que Batman y Robin.

La suerte la acompaña a lo largo de la trama, pero él la esquiva en nombre de sus escrúpulos. Escrúpulos que en el fondo no siente, pero que supone que debería tener. El eterno debate entre Querer y Deber. Se podría haber quedado con un fangote de dinero del caso Kettelman (una pareja muy torpe que robó dinero y no saben cómo manejarse respecto al botín) pero no, lo devuelve en nombre de la justicia, para que el caso pueda esclarecerse. Sin embargo estos principios se van diluyendo, se va corrompiendo en vista de dos cosas: 1) Todos evolucionan menos él, 2) ¿Para qué tener escrúpulos y principios si al entorno no le importan, si no es aceptado en el lugar donde quiere estar? Y ahí se propone un objetivo radicalmente opuesto al dicho: si no puedes unirte a tu enemigo, véncelo.

Y para vencerlo, se hace de un compañero que todos quisiéramos tener a nuestro lado, un tipo fiel, inteligentísimo, enorme: Mike (Jonathan Banks, de Community), quien complementa los baches operativos de Jimmy en el sentido que sabe cómo resolver cosas que el abogado no, y asistimos al nacimiento de una dupla que vive su apogeo en Breaking Bad. 

Saul Goodman es un héroe. Porque la rema incesantemente, desde abajo, rozando con la ilegalidad de algunos de sus métodos, pero sabiendo cómo defenderlos. Porque es un chanta, pero no tanto: tiene un objetivo claro y firme, para el cual se sacrificó mucho, pero no termina de conseguirlo, no termina de insertarse laboralmente como abogado, o al menos, como el tipo de abogado con el que siempre soñó ser. ¿Y te pensás que se da por vencido? Jamás.

Pero así y todo como lo menciono, Jimmy tiene un corazón enorme y un sentido de la justicia que muchos de los abogados con los que se codea en la serie han perdido claramente. Su carisma lo acerca a la gente de la tercera edad, mediante ese acercamiento descubre un fraude colectivo y tiene la grandeza para aceptar que el fraude es demasiado grande para él y lo cede, a cambio de un cheque gordo al estudio de Hamlin, a pesar que le hayan negado (otra vez) lo que él realmente quería: formar parte del bufete.

Odenkirk en el papel de su vida.

Pero he aquí que el caso es demasiado grande para los Hamlin, y tienen que asociarse con otro bufete, el cual sí está dispuesto a contratarlo. Pero él no llega a reunirse con ellos. Algo le hace click en la cabeza y decide plantarlos. La primer temporada termina con él yendose de la reunión no concretada en el juzgado, en auto, a un destino incierto para nosotros pero clarísimo para él, cantando "Smoke in the water".

Porque si hay alguien que no fuma bajo el agua, pero que va camino a hacerlo, ése es Saul Goodman.



VEREDICTO: 8.5 - IMPECABLE Y ESCASA

La serie tiene un excelente ritmo y una dosificación de la información muy inteligente, apoyado todo en grandes actuaciones. Pero queremos más. Y lo queremos YA.


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