Voy a comenzar haciendo una aclaración que, lamentablemente, ha resultado ser de suma trascendencia para gran parte del fandom y provoque que quizá más de uno deje de leer esto de manera inmediata: disfruté muchísimo The Last Jedi. Lo cierto es que no debería empezar mi reseña haciendo esta declaración, ni nadie debería dejar de leer esto en base a eso, pero bueno... las cosas son como son. El octavo episodio de la saga resultó ser -junto al final de Game of Thrones- el producto audiovisual más divisivo que ha entregado la industria del entretenimiento en el último lustro (créannos: leemos cada comentario en nuestras redes sociales).
La película de Rian Johnson intentó patear un poco el tablero de la franquicia, sorprendiendo (para bien o para mal, de acuerdo a vuestras preferencias) con sus plot twists más importantes. En lo personal, siempre sentí que, si bien varios de esos giros no cumplieron el efecto deseado o estuvieron implementados en el mejor momento o de la mejor manera, tenían las intenciones correctas. Puedo no estar de acuerdo con todo, pero valoro muchísimo que Johnson se la haya jugado de la manera que lo hizo (y menciono solo a Johnson porque después Lucasfilm pasó de apoyarlo incondicionalmente a casi soltarle la mano). Desde entonces, las aguas de Star Wars quedaron divididas por la mitad, entre los que disfrutamos a pleno de The Last Jedi (por lo cual supuestamente no sabemos nada de nada), y los "verdaderos" fans anti-Disney que ya estaban juzgando Episodio IX apenas terminó el VIII.
¿Podrá acaso J.J. Abrams conciliar nuevamente ambas partes de la agrietada audiencia? ¡La respuesta los sorprenderá! O no.
Puedo comenzar diciendo, SIN SPOILEAR NADA, que si Episodio VIII fue un intento de sacudir un poco el status quo y lo que creíamos saber de esta galaxia muy, muy lejana, Episodio IX retoma el sendero ya conocido por todos. ¿Eso significa que contradice aquello que había instalado Johnson hace dos años? No. Y a su vez sí. Simplemente... a ver, voy a graficarlo de esta manera: The Rise of Skywalker es como ese tattoo maori que te hacés para cubrir y disimular el que te habías hecho con el nombre de tu ex. El otro sigue estando ahí, pero... modificado para darle otro sentido. Como siempre, algunos suspirarán con alivio mientras que otros refunfuñarán entre dientes.
La trama retoma las pautas habituales de la saga y comienza transcurrido un tiempo después del final de The Last Jedi. Rey sigue entrenando, ahora bajo la tutela de la General Leia Organa; Poe, Finn y Chewie van de misión en misión tratando de conseguir la mayor cantidad de información posible sobre los planes del enemigo; y la Resistencia intenta reagruparse luego de que el resto de la galaxia le clavara el visto en su pedido de auxilio en la salada batalla de Crait. Lo mejor de todo en este punto es que la película ni intenta plantear el misterio del "nuevo" villano (cualquiera que haya visto algún avance sabe de quién estoy hablando), arrancando prácticamente in media res. La primera escena de la película es una grata sorpresa, logrando atrapar al espectador desde el minuto cero. A partir de ahí, el clásico McGuffin (recurso que le encanta utilizar a J.J.) pone la aventura en marcha.
Desde un primer momento, Abrams (quien, recordemos, llegó luego de que el director original, Colin Trevorrow, fuera "invitado a retirarse" del proyecto) declaró que el principal objetivo acá no era simplemente cerrar esta última trilogía made in Disney, sino también ser el punto final de las tres trilogías, el cierre definitivo de toda la (ahora llamada) "Saga Skywalker". Y en este aspecto, la verdad es que Abrams y el guionista Chris Terrio hicieron un trabajo sumamente satisfactorio. El Ascenso de Skywalker reúne todas las piezas desparramadas sobre el tablero a lo largo de nueve entregas y las agrupa y ordena de la mejor manera posible con sumo afecto y cuidado. En cierta manera, es algo así como la Avengers: Endgame de Lucasfilm, solo que con la mitad de películas y extendida cuatro veces más a lo largo del tiempo. El guion responde gran parte de las preguntas pendientes (el grado de satisfacción ante esas respuestas dependerá del gusto de cada espectador), lo cual en algunos casos genera nuevas preguntas que quedarán sin respuesta, de la misma manera que algunas subtramas brillan por su ausencia o quedan en el olvido. De vuelta, en poco más de dos horas Abrams y Terrio deben ponerle un moño a nueve películas y a una docena de personajes, siendo inevitable que algunos de ellos se queden escuchando la fiesta desde la vereda. Este es uno de esos casos donde si la película durara 3 horas y media, no me hubiera molestado en absoluto.
Como no podía ser de otra manera, todo es sumamente emotivo. No solo por tratarse de la despedida definitiva (bah, según Disney) de los personajes clásicos, aquellos que conocimos en la trilogía original, sino también por la manera en que los realizadores lograron "pilotear" el triste e inesperado fallecimiento de Carrie Fisher a fines del 2016. Como bien sabrán, la actriz apenas había terminado de rodar The Last Jedi al momento de su deceso, lo cual obligó a que los encargados de la franquicia debieran modificar de manera obligada los planes para su personaje (según trascendió en más de una oportunidad en estos tres años, Leia hubiera tenido un rol fundamental en el cierre de la saga). Dicho esto, J.J. decidió no recrear a Fisher mediante CGI (como hicieron en Rogue One con Peter Cushing, por ejemplo) y utilizar tomas que él mismo había filmado para The Force Awakens pero habían quedado fuera del corte final, con las nuevas escenas y diálogos de Leia escritos alrededor de este material inédito. El 90% de las veces este recurso funciona y uno casi se olvida que Fisher nos abandonó hace ya tres años, confirmando ser la solución más prolija, respetuosa y -por sobre todo- con una devoción absoluta hacia nuestra amada Princesa.
La última Jedi en plena pre-temporada. |
Puedo comenzar diciendo, SIN SPOILEAR NADA, que si Episodio VIII fue un intento de sacudir un poco el status quo y lo que creíamos saber de esta galaxia muy, muy lejana, Episodio IX retoma el sendero ya conocido por todos. ¿Eso significa que contradice aquello que había instalado Johnson hace dos años? No. Y a su vez sí. Simplemente... a ver, voy a graficarlo de esta manera: The Rise of Skywalker es como ese tattoo maori que te hacés para cubrir y disimular el que te habías hecho con el nombre de tu ex. El otro sigue estando ahí, pero... modificado para darle otro sentido. Como siempre, algunos suspirarán con alivio mientras que otros refunfuñarán entre dientes.
La trama retoma las pautas habituales de la saga y comienza transcurrido un tiempo después del final de The Last Jedi. Rey sigue entrenando, ahora bajo la tutela de la General Leia Organa; Poe, Finn y Chewie van de misión en misión tratando de conseguir la mayor cantidad de información posible sobre los planes del enemigo; y la Resistencia intenta reagruparse luego de que el resto de la galaxia le clavara el visto en su pedido de auxilio en la salada batalla de Crait. Lo mejor de todo en este punto es que la película ni intenta plantear el misterio del "nuevo" villano (cualquiera que haya visto algún avance sabe de quién estoy hablando), arrancando prácticamente in media res. La primera escena de la película es una grata sorpresa, logrando atrapar al espectador desde el minuto cero. A partir de ahí, el clásico McGuffin (recurso que le encanta utilizar a J.J.) pone la aventura en marcha.
Desde un primer momento, Abrams (quien, recordemos, llegó luego de que el director original, Colin Trevorrow, fuera "invitado a retirarse" del proyecto) declaró que el principal objetivo acá no era simplemente cerrar esta última trilogía made in Disney, sino también ser el punto final de las tres trilogías, el cierre definitivo de toda la (ahora llamada) "Saga Skywalker". Y en este aspecto, la verdad es que Abrams y el guionista Chris Terrio hicieron un trabajo sumamente satisfactorio. El Ascenso de Skywalker reúne todas las piezas desparramadas sobre el tablero a lo largo de nueve entregas y las agrupa y ordena de la mejor manera posible con sumo afecto y cuidado. En cierta manera, es algo así como la Avengers: Endgame de Lucasfilm, solo que con la mitad de películas y extendida cuatro veces más a lo largo del tiempo. El guion responde gran parte de las preguntas pendientes (el grado de satisfacción ante esas respuestas dependerá del gusto de cada espectador), lo cual en algunos casos genera nuevas preguntas que quedarán sin respuesta, de la misma manera que algunas subtramas brillan por su ausencia o quedan en el olvido. De vuelta, en poco más de dos horas Abrams y Terrio deben ponerle un moño a nueve películas y a una docena de personajes, siendo inevitable que algunos de ellos se queden escuchando la fiesta desde la vereda. Este es uno de esos casos donde si la película durara 3 horas y media, no me hubiera molestado en absoluto.
Para los detractores de The Last Jedi: quédense tranquilos, esta vez sí hay duelo de lightsabers. |
Como no podía ser de otra manera, todo es sumamente emotivo. No solo por tratarse de la despedida definitiva (bah, según Disney) de los personajes clásicos, aquellos que conocimos en la trilogía original, sino también por la manera en que los realizadores lograron "pilotear" el triste e inesperado fallecimiento de Carrie Fisher a fines del 2016. Como bien sabrán, la actriz apenas había terminado de rodar The Last Jedi al momento de su deceso, lo cual obligó a que los encargados de la franquicia debieran modificar de manera obligada los planes para su personaje (según trascendió en más de una oportunidad en estos tres años, Leia hubiera tenido un rol fundamental en el cierre de la saga). Dicho esto, J.J. decidió no recrear a Fisher mediante CGI (como hicieron en Rogue One con Peter Cushing, por ejemplo) y utilizar tomas que él mismo había filmado para The Force Awakens pero habían quedado fuera del corte final, con las nuevas escenas y diálogos de Leia escritos alrededor de este material inédito. El 90% de las veces este recurso funciona y uno casi se olvida que Fisher nos abandonó hace ya tres años, confirmando ser la solución más prolija, respetuosa y -por sobre todo- con una devoción absoluta hacia nuestra amada Princesa.
Otro punto ineludible en toda despedida de esta índole es una importante suma de fan service. Personajes, frases, melodías, cameos, y hasta alguna que otra corrección de pasadas injusticias se hacen presente a lo largo de los 140 minutos de duración del film. Para que quede bien claro: ¿es vital el regreso de Billy Dee Williams por primera vez desde 1983? No, en absoluto. Cualquier otro personaje nuevo podría reemplazarlo y cumplir su función sin ningún tipo de inconveniente en el desarrollo de la trama. Pero lo cierto es que ver a Lando Calrissian reencontrándose con Chewie en un fuerte abrazo y escuchar su carismática manera de hablar me sacó una sonrisa de oreja a oreja. En lo personal, celebro este tipo de (re)apariciones, más aún cuando sé que será la última aventura de los personajes.
Pasando a los protagonistas principales, por si aún quedaba alguna duda, The Rise of Skywalker ratifica que esta trilogía es el viaje emocional de Rey (Daisy Ridley) y Ben Solo/Kylo Ren (Adam Driver), el cual se intensifica a fondo en esta entrega. Afortunadamente ambos jóvenes actores están más que a la altura de las circunstancias: a pesar de seguir siendo casi una novata (piensen que filmó solo tres películas y alguna que otra serie más allá de esta trilogía), Ridley es una montaña rusa de verosímiles emociones, pasando de la duda a la ira a la alegría y así; algunos de los planos más bonitos del film son simples primeros planos sobre su expresivo rostro. Del Lado Oscuro, gracias al aún más conflictuado Kylo Ren, se destaca con creces la interpretación de Driver, quien sigue consolidándose como uno de los mejores actores de su generación a pesar de su cara rara (perdón, pero... es rara). Por su parte, Poe y Finn siguen siendo los Starsky y Hutch de esta trilogía, con la salvedad que en esta ocasión logran sumar a Rey a su equipo. Siendo ésta la primera vez que los tres comparten escenas (recuerden que Rey y Poe se conocieron sobre el final de The Last Jedi), se genera una dinámica grupal muy distinta a la vista en las dos entregas predecesoras; es una pena que recién ahora los veamos a todos juntos.
Visualmente, la película es increíble. Quizá la mejor de toda la saga. A excepción de algunas escenas y planos que se ven apresurados, como si no estuvieran del todo pulidos (irónicamente, en el crucial tercer acto, por lo cual quizá sean producto de algún reshoot), The Rise of Skywalker es un festín para los ojos: intensa, muy dinámica, con una paleta de colores clásica pero hermosa, y una preciosa y cuidada fotografía a cargo de Dan Mindel. Abrams es un gran director visual que sabe bien lo que hace, y aprovecha el marco épico para desplegar todas sus herramientas habituales (lens flare incluidos, obvio). Al mejor estilo Star Wars, los personajes recorren diversos planetas, lo que permite disfrutar de variadísimas locaciones (hay una en particular, que no quiero detallar pero me fascinó por ser algo hasta ahora nunca visto en las entregas cinematográficas) y conocer a los infaltables personajes secundarios que vienen, tienen sus 10 minutos de fama, y se van sin pinchar ni cortar (hey, ¡así empezó Boba Fett y miren dónde llegó!). Me hubiera encantado tener más tiempo para conocer a Zorii Bliss (Keri Russell), al simpático Babu Frik (el personaje más diminuto hasta ahora en la franquicia), o al maltratado D-0 (una especie de Forky versión androide), pero el ritmo vertiginoso de la historia no tiene demasiado tiempo para dedicarles. Oh, bueno. Ya llegará de la mano de Marvel algún cómic contando el pasado entre Poe y Zorii.
Pasando a los protagonistas principales, por si aún quedaba alguna duda, The Rise of Skywalker ratifica que esta trilogía es el viaje emocional de Rey (Daisy Ridley) y Ben Solo/Kylo Ren (Adam Driver), el cual se intensifica a fondo en esta entrega. Afortunadamente ambos jóvenes actores están más que a la altura de las circunstancias: a pesar de seguir siendo casi una novata (piensen que filmó solo tres películas y alguna que otra serie más allá de esta trilogía), Ridley es una montaña rusa de verosímiles emociones, pasando de la duda a la ira a la alegría y así; algunos de los planos más bonitos del film son simples primeros planos sobre su expresivo rostro. Del Lado Oscuro, gracias al aún más conflictuado Kylo Ren, se destaca con creces la interpretación de Driver, quien sigue consolidándose como uno de los mejores actores de su generación a pesar de su cara rara (perdón, pero... es rara). Por su parte, Poe y Finn siguen siendo los Starsky y Hutch de esta trilogía, con la salvedad que en esta ocasión logran sumar a Rey a su equipo. Siendo ésta la primera vez que los tres comparten escenas (recuerden que Rey y Poe se conocieron sobre el final de The Last Jedi), se genera una dinámica grupal muy distinta a la vista en las dos entregas predecesoras; es una pena que recién ahora los veamos a todos juntos.
Visualmente, la película es increíble. Quizá la mejor de toda la saga. A excepción de algunas escenas y planos que se ven apresurados, como si no estuvieran del todo pulidos (irónicamente, en el crucial tercer acto, por lo cual quizá sean producto de algún reshoot), The Rise of Skywalker es un festín para los ojos: intensa, muy dinámica, con una paleta de colores clásica pero hermosa, y una preciosa y cuidada fotografía a cargo de Dan Mindel. Abrams es un gran director visual que sabe bien lo que hace, y aprovecha el marco épico para desplegar todas sus herramientas habituales (lens flare incluidos, obvio). Al mejor estilo Star Wars, los personajes recorren diversos planetas, lo que permite disfrutar de variadísimas locaciones (hay una en particular, que no quiero detallar pero me fascinó por ser algo hasta ahora nunca visto en las entregas cinematográficas) y conocer a los infaltables personajes secundarios que vienen, tienen sus 10 minutos de fama, y se van sin pinchar ni cortar (hey, ¡así empezó Boba Fett y miren dónde llegó!). Me hubiera encantado tener más tiempo para conocer a Zorii Bliss (Keri Russell), al simpático Babu Frik (el personaje más diminuto hasta ahora en la franquicia), o al maltratado D-0 (una especie de Forky versión androide), pero el ritmo vertiginoso de la historia no tiene demasiado tiempo para dedicarles. Oh, bueno. Ya llegará de la mano de Marvel algún cómic contando el pasado entre Poe y Zorii.
Reunidos por primera y última vez. |
Para ir cerrando y responder lo que quizá varias se preguntan: ¿podría The Rise of Skywalker haber terminado de otra manera? ¡Por supuesto! Podría haber terminado de 100 maneras distintas a esta. En lo personal, hubo un par de momentos donde creía que la acción iba a desarrollarse de tal forma y -cuando obviamente no ocurrió lo que yo esperaba- dije "Ufa, me re hubiera gustado que [pase lo que yo quería]". Pero entonces estaría cayendo en el gravísimo error de juzgar una película de acuerdo a mis propias expectativas y no de acuerdo a lo visto en pantalla, lo cual -confieso- en casos como este es más difícil concretar de lo que parece. Pero aún así hay que hacer el esfuerzo.
The Rise of Skywalker sin duda generará años y años de apasionados debates. No solo por la manera en que concluye la saga de los Skywalker, sino también porque... bueno, es Star Wars. Todos somos apasionados acá. Incluso los mayores detractores de esta última trilogía, quienes también la rechazan desde la pasión, desde cómo ellos han vivido su propia historia con la franquicia. Y eso debe ser respetado y valorado.
Vayan a verla. Acomódense en la butaca dejando atrás viejas rencillas o disgustos, plenamente dispuestos a ser transportados una vez más a aquel lugar que tanta felicidad les trajo en su infancia/adolescencia. Y ojalá puedan despedirse con una sonrisa (y alguna que otra lágrima) de estos personajes que cambiaron nuestras vidas para siempre.
VEREDICTO: 8.5 - EL CÍRCULO ESTÁ COMPLETO
J.J. Abrams tuvo la nada fácil tarea de darle un cierre a nueve películas y una decena de personajes entrañables que marcaron a dos generaciones y sentaron las bases de la cultura popular tal como la conocemos hoy. En líneas generales, el director y co-guionista sale airoso y cumpliendo con creces su objetivo. No obstante, por momentos las situaciones se suceden con demasiada prisa y los personajes aparecen/desaparecen en minutos, sin espacio para un mayor desarrollo. De la misma e inevitable manera, algunas subtramas se alzan por encima de otras, que quedan inexorablemente relegadas al olvido. Es más que evidente que Abrams "corrige" un poco el curso del cual se había desviado Rian Johnson, y vuelve al rumbo original planeado para esta trilogía. De acuerdo a la opinión que tenga cada uno sobre The Last Jedi, esto será un alivio de último minuto o una ligera decepción. O quizá un poco de ambas.En definitiva, Star Wars: El Ascenso de Skywalker es tanto el final de la historia para Rey y Kylo Ren (consolidados merecidamente como protagonistas absolutos) como un sentido homenaje a 42 años de historia cinematográfica, lleno de momentos emotivos (oh, Leia ❤), épicas batallas, cameos, visuales incomparables, y la eterna lucha del bien contra el mal.
Y sea cual sea su valoración del desenlace, al abandonar la sala tendrán la certeza total y absoluta de que la Fuerza estará con ustedes. Siempre.
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