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la cuarta pared

jueves, 10 de octubre de 2019

Review: RAMBO - LAST BLOOD


By on 7:16 p.m.



Luego de 37 años de derramar sangre, sudor y lágrimas, llega la entrega ¿final? de las aventuras de John Rambo en Rambo: Last Blood. Con una mezcla entre Búsqueda Implacable y Mi Pobre Angelito (aunque con decenas de asesinatos), Sylvester Stallone se retira de este entrañable personaje como solo él sabe hacerlo: pateando traseros (en este caso, mexicanos; todo un simbolismo).

Tras haber peleado su última batalla, John Rambo decide retirarse a su rancho, donde pasará sus días criando caballos de competencia y conviviendo con su querida "sobrina" Gabrielle (Yvette Monreal) y su madre, Doña María (Adriana Barraza). Todo se complica cuando la joven desaparece (¡pendeja de mierda, hacele caso a John!), obligando a Rambo a cruzar a México (el país más peligroso del mundo, porque tiene... ¿mexicanos?) para encontrarla. Pero cuando se entera que Gabrielle fue secuestrada por un grupo de trata de mujeres, liderado por los Hermanos Martínez (nada que ver con el Pity), John deberá combatir contra el reloj para traerla de regreso sana y salva.

Con solo 90 minutos de duración, Last Blood se las arregla para mantener entretenido y expectante al público; no solo porque queremos que nuestro héroe salga victorioso de una muy difícil situación (tal vez una de las más complicadas de toda la saga), sino también por lo interesante de sus villanos, los hermanos Martínez, interpretados por Sergio Peris-Mencheta y Óscar Jaenada (sí, el mismíimo Luisito Rey en Luis Miguel La Serie).

¿Eso es sangre? Rambo lleva el material genético de la mitad de la población de Tijuana.

Si el segundo acto les recuerda, como dije antes, a Búsqueda Implacable; el acto final no se anda con chiquitas y nos ofrece un verdadero baño de sangre. Sin lugar a dudas es el plato fuerte de Last Blood (con especial énfasis en "blood"). No es mi intención contarles qué sucede, pero enciendan su "contador de muertes" y estén atentos al arsenal de armas, trampas, y cualquier otro artilugio violento que se les ocurra, digno de un estudiante perturbado de Colegio Industrial, al que nos tienen preparados el director Adrian Grunberg, el guionista Matthew Cirulnicky y el propio Sly.

Visualmente, se agradece que Grunberg haya mejorado la estética del film, en especial respecto a la entrega anterior. Ya no da esa sensación de "directo a DVD", y las escenas (incluso en las que un ventilador tritura a uno de los malos) están muy bien logradas. La incorporación de los túneles (ya verán de lo que hablo) le aporta esa sensación de "combate cerrado" propia de un escenario del Mortal Kombat 11 (sin ir más lejos, Rambo hace, literalmente, una "Fatality").

Con los Hnos. Martínez no se jode, ¡sobre todo si uno de sus lideres es LUISITO REY!

Esta vez hay un cambio de dirección en cuanto al tipo de film que vemos. Mientras que First Blood, en 1982, era un drama sobre el trastorno de estrés postraumático en los veteranos de Vietnam, con las posteriores secuelas volcándose cada vez más al clásico cine de acción ochentoso (el "One man army" de uno solo contra todos los que se vengan), en este caso se vislumbra un espíritu de western. Rambo no solo tiene un rancho en Arizona, anda a caballo y usa sombrero de cowboy (hasta ayuda como rastreador de personas extraviadas durante una feroz tormenta); también debe abandonar momentáneamente una vida pacífica para cruzar la frontera (literal) en busca de los indios mexicanos que han secuestrado a su familia, para terminar defendiendo su tierra de los invasores.

Respecto al elenco, es Stallone +10. Tanto su familia como los antagonistas son todos personajes accesorios, que están allí para que Rambo tenga alguien con quien hablar/a quien matar (ni hablar de la participación de la española Paz Vega). Afortunadamente, Stallone todavía es plenamente capaz de vendernos la imagen de un ex-soldado de labios hinchados y con heridas más psicológicas que físicas (aunque de esas también tiene de sobra).

El abuelo contra todos.

En definitiva, Rambo: Last Blood es la historia de un soldado retirado, con serias secuelas psicológicas producto de una vida de violencia y una sociedad que lo ha dejado de lado, y que a pesar de ello ha encontrado su rincón en el mundo para pasar sus últimos años. Por lo menos durante la primera mitad de la película, hasta que el mundo llama a la puerta de su rancho y se convierte en la clásica Rambo con tripas de mexicano saltando para todos lados.

Sería un buen cierre para la saga, correcto, con cierta cuota de emotividad incluso, y sin intentos de redención para su violento protagonista. Pero todos sabemos lo terco que es Stallone, y quizás esta "última sangre" no sea taaaan última... (¡quédense para los post-créditos!)



VEREDICTO:  7.5 - RAMBO WINS

Rambo: Last Blood incursiona en un nuevo tipo de género para la saga, resultando en un cuasi-western que no deja de venerar a este entrañable personaje interpretado por Sylvester Stallone, y que se siente como un buen (pero triste) final para la historia que seguimos durante años. Mientras que la acción demora un poco en arrancar (para los estándares de la franquicia), el tercer acto está al borde de romper con la cuarta pared: casi podemos sentir la sangre salpicando a la cámara (y a nuestros rostros asombrados). Aguante Rambo, y aguante Sly.


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