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la cuarta pared

jueves, 17 de enero de 2019

Review: GLASS


By on 9:38 p.m.



Objetividad vs. Fanatismo. La eterna lucha del bien contra el mal.

Para comenzar, debo ser honesto y dejar algo en claro: soy fanático, pero fanático, de Unbreakable. El film del 2000 no solo me parece la mejor película en la carrera de M. Night Shyamalan, sino que además es una de las mejores películas del género de superhéroes, con el plus de que fue estrenada en un momento donde los superhéroes no eran, ni por asomo, el boom que son hoy en la taquilla: apenas se había estrenado la primera de X-Men unos meses antes. Shyamalan, con su segundo largometraje, creó una historia que arrancaba como un thriller con ciertos tintes psicológicos hasta que nos dábamos cuenta que... ¡carajo, es una película de superhéroes "en el mundo real"! Mind. Blown.

(Ahora que tuve oportunidad de verlo en vivo, en la CCXP de Brasil el mes pasado, el director recordaba con cierta sorna cómo en aquel momento los directivos de Disney lo ningunearon diciéndole "¿Una película de superhéroes? ¡Eso no va a hacer dinero!", tras lo cual Shyamlan se rió comentando "¡Ja! Mirá cómo cambiaron las cosas...")

A pesar de las declaraciones de M. Night, quien ya en aquel entonces confesaba que había sido pensada como "una historia de tres partes" y que le encantaría tener la posibilidad de filmarla como tal... eso nunca ocurrió. Durante más de una década los fans ansiábamos saber cómo continuaba la historia; Unbreakable era esa película que pedía a gritos una secuela que nunca llegaba. Cuando ya habíamos perdido toda esperanza, apareció Split en 2016. Todavía recuerdo perfectamente esa medianoche en la que estaba leyendo Collider y comenzaron a surgir los primeros rumores, tras su función de prensa, que Split se trataba de una secuela encubierta de Unbreakable. Totalmente desesperado empecé a buscar más información, más versiones que corroboren eso. Y sí, era cierto: al finalizar aparecía David Dunn, el justiciero silencioso interpretado por Bruce Willis, conectando así ambas películas dentro del mismo universo diegético. Her-moso. Solo Shyamalan era capaz de hacer algo así y mantenerlo en secreto durante todo el rodaje. Ahí mismo me puse a tipear frenéticamente una de las notas que más rápido escribí en la historia de la página.

Esa eventual tercera parte, ese ansiado cierre de la trilogía, se convirtió de inmediato en uno de los films que más esperé en la última década. A medida que comenzaron a llegar las confirmaciones, los teasers, ese bellísimo póster ilustrado por Alex Ross y los avances definitivos, mi expectativa no paraba de crecer. El 2019 comenzaría de la mejor manera: con mi película más esperada del año; los otros once meses estarían de sobra (hasta la llegada de Episodio IX, obvio).

Todo esto para decir que sí, fui a ver Glass con muchísimas expectativas. Quizás demasiadas. Mala mía, me dejé llevar.

Elijah, Kevin y David. Cada uno juega un rol fundamental en la existencia y las motivaciones del otro.

La historia arranca a los pocos días del final de Split. David Dunn ya está completamente al tanto de la existencia de Kevin Wendell Crumb (un fabuloso James McAvoy), quien sigue haciendo de las suyas y nuevamente secuestró a un grupo de adolescentes. Mientras "rastrilla" la zona intentando toparse (literalmente) con Crumb y conseguir algo de información, David aprovecha para ajusticiar delitos menores, como detener a un grupo de jóvenes que golpea a inocentes transeúntes mientras se filman (utilizando una cam de hace 10 años, por cierto, ¿qué fue eso?). David es ayudado por su hijo Joseph (un ya adulto Spencer Treat Clark), quien actúa como su Oracle y lo mantiene al tanto de todas las novedades vía micrófono y cámaras de vigilancia, desde el depósito del local que manejan. David no tarda casi nada en toparse con Crumb en una de sus recorridas diarias, y a los pocos minutos los vemos a ambos enfrentarse por primera vez. De manera que no voy a revelar, los dos terminan en un instituto psiquiátrico a cargo de la Dra. Ellie Staple (la siempre eficiente Sarah Paulson).

La verdad es que en este punto la trama se frena bastante. El ritmo del primer acto se desacelera por completo y por momentos se vuelve algo tedioso. Shyamalan, utilizando a la Dra. Staple como su vocera  e intérprete, intenta deconstruir el género de los superhéroes, sus arquetipos, sus clichés y lugares comunes. Y por momentos, por momentos, diría que lo consigue. En especial cuando logra que los protagonistas (y, en consecuencia, nosotros los espectadores) pongan en duda su propia naturaleza: ¿realmente son humanos con habilidades extraordinarias? ¿O todo es producto de diversos traumas físicos y psicológicos? ¿Acaso existe una explicación médica, razonable y lógica, para todo lo que vimos? El realizador amaga con profundizar esa pregunta muy bien planteada pero se queda ahí, en el amague. Aaagh.

Por suerte, la historia vuelve a levantar cuando hace su entrada definitiva Elijah Price, alias "Mr. Glass" (nuevamente interpretado por Samuel "Motherfucka" Jackson, claro está). También vuelve nuestra compatriota Anya Taylor-Joy como Casey Cooke, la única adolescente que pudo escapar de "La Bestia" (y que parece haber desarrollado cierto Síndrome de Estocolmo). De esta manera, las piezas comienzan a acomodarse en el tablero y se plantea el enfrentamiento entre los tres vértices de este particular triángulo, con Shyamalan construyendo paso a paso un buen clima de tensión y conflicto inminente. Esto se beneficia con la acertada banda sonora compuesta por West Dylan Thornson, que sabe cuándo remitirnos a Unbreakable (esa melodía todavía "me puede") y cuándo utilizar el tic-tac para inquietarnos al mejor estilo Dunkirk.

Otra cosa que sí hace muy bien el realizador, y que de hecho lo viene haciendo desde Unbreakable, es jugar con cierta simbología: desde algunos aspectos más obvios, como el concepto que une los títulos de las tres entregas (Irrompible - Fragmentado - Vidrio), o el look perfectamente definido de cada uno de los tres personajes, con su "traje" y su color característico (lo cual esta vez ya se evidencia desde el póster), hasta algunos toques más sutiles. En Unbreakable, por ejemplo, Elijah le explicaba a David sobre el clásico héroe de mandíbula cuadrada y rostro simétrico, a diferencia del antagonista. Justamente por eso motivo Elijah tiene ese peinado irregular, renguea de una pierna y lo vemos durante buena parte del segundo acto con la cabeza inclinada hacia un lado, producto de las drogas que le suministran; de hecho, la primera vez que Shyamalan nos pone en los ojos de Elijah, mediante un plano aberrante, vemos el mundo desde su perspectiva: torcido, desequilibrado, fuera de eje.

"Glass, usted es diabólico".

El problema es cuando el director cree que no entendemos estas cosas y recurre a diálogos expositivos que quieren explicarnos demasiado. Esto es algo tristemente típico de los cómics, en especial en décadas pasadas, y podría considerarse que quizás, no sé, ¿es una referencia a ello? Me da la impresión que esa no era la intención de Shyamalan, y que tan solo se trata de diálogos mal escritos. Punto. La madre de Elijah (e incluso Elijah un par de veces) tiene algunas intervenciones desafortunadas, con términos que no encajan con la situación y parecen haber sido escritos por alguien que empezó a leer cómics hace tres semanas. Creo que si esperamos casi 20 años para estar sentados en la sala viendo Glass, es porque como mínimo habremos leído algún que otro cómic de Batman sentados en el inodoro.

Desde el lado del elenco, no hay grandes sorpresas: James McAvoy es sinceramente formidable como Kevin Wendell Crumb, esta vez interpretando 20 personalidades distintas (algunas bastante divertidas de presenciar), cambiando a veces entre ellas de un instante a otro en una misma toma. Por momentos, y quiero creer que aquí hay cierto CGI involucrado, cuando Kevin se convierte en La Bestia, el actor parece incrementar su masa muscular al mejor estilo Dragon Ball Z. McAvoy se entrega por completo al personaje y se nota que lo disfruta (el tema de qué tan legítima es la representación del Trastorno Disociativo de la Identidad, previamente conocido como Trastorno de Personalidad Múltiple, es un debate para otro momento y lugar). Al resto de los protagonistas principales ya los conocemos, por lo que no sorprenden: Willis vuelve a ser el héroe noble y taciturno que se cuestiona qué tanto bien está haciendo realmente; Jackson sigue siendo el maquiavélico antagonista que siempre está un paso adelante, el Lex Luthor de David Dunn; mientras que Taylor-Joy es la encargada de (intentar) comprender, desde el lado humano y emocional, a estos fascinantes individuos.

Algo que me llamó la atención es que, después de un rato, me di cuenta que Shyamalan estaba utilizando bastante los primeros (y hasta primerísimos) planos, con los personajes hablando directo a cámara. Para las escenas de los pacientes dialogando con la doctora y viceversa, ok, es entendible y válido. Pero en otras escenas, con personajes totalmente secundarios, sentí que el recurso estaba siendo sobreexplotado sin mucho sentido.

McAvoy es una verdadera Bestia... de la actuación. Por momentos es el principal protagonista del film.

Siendo una película de Shyamalan, pasados los 90 minutos uno está atentamente esperando que caiga "la revelación", el famoso plot twist con el que el director se hizo tan famoso (bien o mal, ese es otro tema). Y sí, obviamente que existen un par de twists. Confieso que el primero de ellos no me sorprendió en absoluto, dado que era una de las teorías que teníamos los fans luego de ver Split. El otro... bueno, va a ser divisivo (wow, qué sorpresa, ¿no?). Seguramente muchos pensarán que cambia radicalmente el desenlace, y otros tantos pensarán que termina minimizando buena parte de lo acontecido hasta ese momento. Un puñado, entre los que me incluyo, seguramente piensen que el final es "Meh!" y que la trilogía no cierra de la mejor manera. Como siempre, queda a criterio de cada uno juzgar qué tan definida tenía la historia Shyamalan en el 2000 (en el caso que realmente la tuviera definida). ¿Este fue el clímax que tuvo en mente durante todos estos años? Por mi parte, no puedo evitar tener dudas.

Al abandonar la sala, la única certeza que tuve fue esta: casi 20 años de expectativa terminaron siendo la kryptonita de Shyamalan.



VEREDICTO:  6.75 - ALGO SE ROMPIÓ

Luego de casi dos décadas, M. Night Shyamalan finalmente concluye su trilogía de seres extraordinarios en el mundo real. Y la verdad es que el cierre es bastante divisivo (de lo contrario no sería una película de Shyamalan, ¿cierto?). Glass tiene algunas ideas muy buenas que logra plasmar con eficacia, mientras que otras se quedan en meras insinuaciones. Delante de la cámara, McAvoy claramente es el jugador que te corre toda la cancha durante todo el partido. Pero el final, ¡ay, ese tibio final! Lejos de ser mala pero fiel a sus raíces comiqueras, Glass termina siendo como ese superhéroe que tuvo su momento de gloria pero cayó en desgracia por mandatos editoriales.


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