No es fácil ser azul.
Antes de empezar, es importante aclarar algo: cuando uno lee "puppets", inmediatamente piensa en la inocencia de la rana delgada, la cerdita rubia con aires de diva, el oso (pésimo) comediante, etc. Ya saben, Los **ppets. El problema es que, por razones legales provenientes de USA, no podemos mencionarlos en nuestras reseñas (y no se rían, porque es en serio). Así que, cuando necesite referirme a ellos, lo haré como "Las Marionetas que No se Pueden Nombrar".
¿Quién Mató a los Puppets? plantea un mundo donde los humanos y las marionetas conviven en imperfecta armonía. ¿Cómo? No lo sabemos. Y tampoco nos importa, porque sencillamente no viene al caso. Buscarle algún tipo de lógica no tiene sentido en absoluto (de hecho, en más de una ocasión la película contradice las "bases biológicas" de sus protagonistas), de la misma manera que el mundo de Cars no tiene ni pies ni cabeza (si no hay humanos, ¿para qué carajo tienen puertas los vehículos? No me hagan empezar...). El punto es que
La historia comienza cuando el ex-policía de Los Angeles y actual detective privado Phil Philips (voz de Bill Barretta) toma un caso que lo conducirá a una serie de asesinatos que involucra al elenco de The Happytime Gang, un viejo programa infantil de la TV de los '80s que por supuesto nos remite a Plaza Sésa** (no sé si a estos tampoco los podemos mencionar, pero por las dudas). Poco a poco descubrimos que Phil tiene una relación casi directa con dicho programa, lo que hace que no sean simples homicidios sino más bien algo personal. La investigación además lo volverá a cruzar con su ex-compañera, la detective Connie Edwards (interpretada por Melissa McCarthy); al comienzo ambos parecen odiarse pero, a medida que la trama avanza, volverán a trabajar juntos y a limpiar asperezas entre sí, a medida que conocemos el motivo por el cual lo echaron de la fuerza: Phil fue el primer puppet en ser nombrado policía y, luego del escandaloso hecho que lo apartó de su cargo, es marginalizado por ambos sectores de la población.
Sí, leyeron bien el afiche del fondo. Claramente estas NO son "Las Marionetas Que No Se Pueden Nombrar". |
El mismo Brian Henson, director de la película e hijo del legendario Jim Henson (creador de "Las Marionetas que No se Pueden Nombrar" y de clásicos ochentosos como Laberinto y El Cristal Encantado), la definió como una especie de "¿Quién mató a Roger Rabbit?" con marionetas y un humor adulto. Y la verdad es que da en el clavo con su definición (ey, ¡si no sabe él que la dirigió!). La trama sigue libremente los parámetros del policial negro, con un detective privado que supo tener tiempos mejores, la femme fatale, las traiciones, la asistente/secretaria que ayuda en el caso, etc. Pero nadie va a ir al cine por la trama policial (¡para eso nos quedamos en casa viendo algún film noir clásico!), sino para ver a los puppets teniendo sexo desenfrenado, filmando películas porno, siendo descuartizados por "furiosos" bulldog franceses o drogándose con purpurina. Y menos mal que eso es justamente lo que hacen, porque ahí están los mejores momentos de la película, cuando los realizadores se animan a ir por el absurdo al 100%, sin preocuparse por si es de buen gusto o no. En cambio, cuando la historia intenta transitar los oscuros pasillos del policial o de generar una alegoría sobre la discriminación racial, es... meh. ¡Traigan de vuelta el sex shop de marionetas! ¿Qué, mi plata no vale acaso?
Respecto al elenco, nunca fui fan de Melissa McCarthy; simplemente no tengo química con ella como comediante. Pero debo reconocer que acá no hace nada puntual que me genere un rechazo (es más, en un par de escenas me hizo reír de manera genuina), así que eso habla bien de McCarthy supongo (!). Por su parte, Maya Rudolph siempre es efectiva con cualquier papel que le den, y Elizabeth Banks (a quien amo) tiene un rol menor del que aparenta de entrada. El resto solo aparece en un par de ocasiones, sin mucho lugar para un aporte.
De alguna manera, The Happytime Murders (tal cual su título original) sirve para reinvidicar a Greg the Bunny, una genial sitcom protagonizada por Seth Green, Eugene Levy y Sarah Silverman, que pasó sin pena ni gloria por la TV norteamericana del año 2002 al 2004, con 13 ¡oh tan escasos! episodios. En dicha serie también se planteaba un mundo en el que humanos y marionetas convivían (aunque con menos discriminación), y también giraba en torno a la producción de un programa infantil llamado "Sweetknuckle Junction" y todos los escándalos de sus protagonistas cuando las cámaras se apagaban. Extraño Greg the Bunny. Me hacía reír mucho.
Si uno (sobre)analiza un poco la película, hasta podría llegar a la conclusión de que, quizás, Henson le podría estar enviando un mensaje a la industria cinematográfica y televisiva: tal cual ocurre con los puppets de este mundo, los titiriteros suelen ser tratados casi como artistas/comediantes de segunda línea, incapaces de crear una historia que no sea infantil o con un tono adulto. Pfft, puras patrañas: no tienen más que quedarse a ver los créditos finales para apreciar el exhaustivo trabajo que requiere armar los sets elevados o la cantidad de titiriteros trabajando de manera simultánea en las escenas con varios puppets en pantalla. No sé si algún día llegaremos a ver una película con un tono más dramático protagonizada por marionetas, pero tengan en cuenta que, hasta hace no tanto tiempo, gran parte de la crítica seguía pensando que el cine de animación era incapaz de narrar una historia que nos llegue directo al corazón y nos emocione profundamente (sin matar a ninguna madre, a lo Disney), algo que realizadoras como Pixar o Studio Ghibli han refutado una y otra vez. ¿Quién dice que algún día no veamos esa evolución reflejada también en las marionetas?
Sea como sea, hay algo bien claro: nunca voy a poder pensar en el arroz con leche de la misma manera.
VEREDICTO: 6.75 - STUDENT OF PUPPETS
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