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la cuarta pared

sábado, 26 de agosto de 2017

Review: VALERIAN Y LA CIUDAD DE LOS MIL PLANETAS


By on 2:13 a.m.


Luc Besson fue el invitado de lujo de la última Argentina Comic-Con. Ademas de mostrarnos momentos épicos de su filmografía vimos algunos avances exclusivos de Valerian y la Ciudad de los Mil Planetas, lo cual nos manijeó bastante de cara al estreno. Pero tanto entusiasmo fue en vano, ya que ayer pudimos finalmente verla y nos rompió un poco el corazón.

Valerian (Dane DeHaan) es enviado junto a su compañera Laureline (Cara Delevingne) a interceptar un pequeño bichito que tiene la cualidad de multiplicar cualquier elemento que se le brinde (algo así como un erizo con los poderes de Jesucristo con los panes). Lo recuperan, pasan un montón de cosas en el medio, show de Rihanna incluído, y tras dos horas de película le dan un destino más noble al bichito que el que tenía originalmente: lo devuelven a los Pearls del planeta Müh para que reconstruyan su planeta, eliminado por los humanos. Y cuando crees que estos seres, que son muy parecidos a los de Avatar pero en un azul menos saturado, van a tomar venganza y va a pasar finalmente algo en la película... termina.

Igual de nudistas que los de Avatar, pero un poco más lindos.

El primer punto flojo es la manera en que el guión nos otorga información para comprender el funcionamiento de los diferentes espacios que los personajes atraviesan. La película empieza con una secuencia musicalizada por "Space Oddity" de David Bowie que sintetiza de manera clara y concisa la evolución de la carrera espacial y las relaciones diplomáticas entre los diferentes mundos. Pero después de asignada la misión de rescatar al bichito, no se entiende nada. Tienen que trasladarse físicamente a un centro de compras virtual desde el cual se relacionan con otros mundos a través de diferentes artilugios tecnológicos. Y esta secuencia, que es más compleja porque tiene que plantear una acción determinada, presentar personajes, espacios y explicar reglas físicas extraordinarias, está contada a lo Transformers: con cámara vertiginosa, donde nada queda del todo claro. Y ya te ponés de mal humor, porque cotejándola con la secuencia inicial notás que estás ante alguien que te puede contar bien las cosas, ayudarte a no perderte, pero no, elige ceder ante la espectacularidad y no importa si estas viejo y no llegas a seguir todo.

El mismo desgano y dispersidad a la hora de narrar aplica al resto de la película, cuyo segundo acto termina siendo el relleno de un sanguche de peripecias inconexas que, si bien desembocan en la resolución, no ayudan a desarrollar nada más. Daba lo mismo si tomaban el camino que tomaron o llegaban al final por otra vía. Argumentalmente es un enorme meh! Si los personajes principales tuvieran algún tipo de química o mística entre ellos el resultado hubiese sido diferente, pero no, ni eso. No les creés nada.

¡Conseguíte un empleo digno, Rihanna!
(Nooo, cantar no cuenta)

Visualmente es increíble, sí. La originalidad de cada uno de los mundos, los seres que los habitan y los contrastes que le dan identidad a cada uno hacen llevaderas sus casi dos horas de duración aunque a veces te pierdas con la trama. O quizás, en otro nivel de lectura, el hecho que te quedes mirando el chirimbolito de colores y luces hace que cuelgues y no sigas la historia, vaya uno a saber (vale la pena aclarar que la película fue visionada sin consumir ningún tipo de estupefaciente o sustancia que altere la percepción, y tampoco recomendamos hacerlo).



VEREDICTO:  5.0 - AGARRÁLAPALA, BESSON

Valerian y la Ciudad de los Mil Planetas tenía potencial para ser uno de los estrenos del año pero se pierde en una narración veleta, dispersa y hace hincapié en una espectacularidad visual que, a fin y al cabo, no cuenta nada. Como diría mi tía Pocha, mucho ruido y pocas nueces.


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