Trainspotting se estrenó allá por 1996, mismo año en que nací. Mi papá me cuenta la anécdota de haber ido a verla al cine con su tío; éste, que ya contaba con sus buenos 60 años, salió traumatizado de la sala. A mucha gente le pasó lo mismo. Creo que a mí también me pasó, pero en el buen sentido: Trainspotting es una de mis películas favoritas, y obviamente estaba muy emocionado de ver su secuela. No estaba esperando otra obra maestra como la original; como cualquier otro fanboy, simplemente quería volver a ver a la pandilla de los viejos tiempos.
Ahora que lo pienso, en realidad sólo queríamos ver a Renton. No me malentiendan: Ewen Bremner, Jonny Lee Miller y Robert Carlyle son geniales, pero el personaje de Ewan McGregor fue el protagonista del filme por una razón. Esto es una diferencia importante con el libro de Irvine Welsh, que consiste de varios capítulos narrados por diferentes personajes, no exclusivamente Renton. Esta multiplicidad de protagonistas es la posta en T2: Trainspotting: ahora Spud, Sick-Boy y Begbie son tan protagonistas como Renton.
Nuestros heroinómanos favoritos están de regreso, y ahora son cuarentones como vos. |
Al comienzo de la historia, Renton lleva veinte años viviendo en Ámsterdam con el dinero que le robó a sus amigos al final de Trainspotting (¡spoiler alert!, pero... ¿qué hacen leyendo esta reseña si no la vieron?). Sin embargo, un ataque cardíaco le hace reconsiderar su vida y regresa a Edimburgo buscando el perdón de Spud y Sick-Boy. No así el de Begbie, no sólo porque nuestro escocés psicópata preferido nunca se lo daría, sino también porque está en prisión. O más bien, estaba, porque al principio de la película logra escaparse.
Así comienza esta reunión accidentada (para ellos) y muy divertida (para nosotros los fans). Repito: muy divertida para los fans. Onda, nosotros somos los que tienen que verla; cualquier otra clase de espectador no entenderá los múltiples guiños a la película original ni les importará la continuación de la historia. Es más, ni siquiera hace falta que terminen de leer este artículo. Total, si ya tenemos el click, y muchas gracias.
Bajá un cambio, Begbie. Tenés 50 años, te va a hacer mal. |
Ahora, a los fans quiero aclararles que hay una razón por la cual se llama T2: Trainspotting en vez del más adecuado y obvio Trainspotting 2. Esta película es un animal diferente, más reflexivo y lento, lo cual es completamente comprensible tratándose de chabones que tienen casi 50 años. Como ya dije, se enfoca en toda la pandilla y no sólo en Renton; por eso tampoco está el icónico voiceover. T2: Trainspotting nos da lo que queremos y nada más, un trabajo indulgente de parte de artistas legendarios que pueden permitírselo. Mucho mejor que El Padrino III o Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal, pero no le llega ni a los talones a Toy Story 3.
Me acuerdo de una de las mejores escenas del primer filme: "Al principio, lo tenés, y después lo perdés, y no lo recuperás nunca más", dice Sick-Boy. Renton le responde: "Entonces envejecemos y ya está, perdemos eso. ¿Esa es tu teoría?". "Sí", continúa Sick-Boy, "beautifully fucking illustrated", y le dispara a un perro. Todo parece indicar que el director Danny Boyle, el guionista John Hodge y el elenco lo perdieron hace años. Pero siguen aquí, son como nosotros. Y una celebración de defectos que no podemos remediar no le hace daño a nadie. ¿O sí? La verdad que no sé, estoy re duro.
VEREDICTO: 8.0 - ELEGÍ VIVIR (YA DA IGUAL)
T2: Trainspotting es una secuela formidable para una obra maestra icónica para toda una generación, aunque por sus propios méritos quizás se sienta como una experiencia superflua. Recomendada casi exclusivamente para fans: los demás vayan a ver la original, y esta vez traten de hacer que les guste.
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