Una de las mejores cosas de Netflix es que no se cierra solo a emitir contenido norteamericano. En este caso, amplía la apuesta con contenido exclusivo proveniente de diferentes lugares de Latinoamérica. Ya le hincaremos el diente al contenido argentino, porque el fin de semana pasado la que nos llamó la atención (bah, nos atrapó y no pudimos largar hasta terminar sus 8 episodios) fue la brasilera 3%.
Hay una luz de esperanza en medio de la pobreza y la violencia que azota a la población carioca: los jóvenes que cumplen 20 años son invitados a participar del Proceso, un conjunto de pruebas diversas (pero pruebas heavy, eh; nada de buscar el caramelo en la harina) con el fin de detectar al 3% más apto de la población, que será llevado a Alta Mar, lugar de donde nadie sabe demasiado pero parece ser una especie de paraíso donde vive un selecto sector de la sociedad.
El Proceso es una especie de evento social que todos los candidatos y sus familias esperan con ansiedad. La mayoría son entrenados desde chiquitos para lograr ser aceptados. El entrenamiento es bastante a ciegas, porque los que lo superan no regresan de Alta Mar y a quienes fallan no se les permite hablar de ello.
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| Esta no aparece mucho, o no la recordamos. |
La propuesta cuenta con dos grandes fortalezas: por un lado, las personalidades y motivos para pasar El Proceso por parte de cada uno de los candidatos. Todos tienen historias dolorosas, pasados oscuros que, al pertenecer a una idiosincrasia meramente brasilera, nos son novedosos como espectadores; no son el típico negro del Bronx que vemos a menudo en productos estadounidenses. Tenemos menos conocimiento de cómo son las favelas, a qué tipo de violencia se enfrentan los nativos, entonces asistimos a todo un universo relativamente nuevo. El otro gran punto de apoyo es cómo esos candidatos van mutando. Siempre que se pone a una persona en situaciones límite terminan aflorando características desconocidas incluso por ella misma. 3% además se ocupa de mostrar (al estilo Lost) pequeños eventos de la vida previa de los protagonistas para así, entre presente y pasado, ir construyendo la identidad de cada uno de los protagonistas, quienes recordemos están en una edad crítica: nunca sabés para dónde puede salir corriendo un pibito de 20 años bajo presión.
El elenco está muy bien elegido y las actuaciones resultan verosímiles, sin ningún personaje que la rompa en particular pero, por suerte, sin ninguno que desentone. Lo bueno del pueblo brasilero es que, por sus orígenes, conviven en su población diferentes fenotipos (waaaaa, aspectos físicos queremos decir) y esta diversidad está plasmada en la pantalla dándole gran dinamismo a la historia.
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| El Charles Xavier grone se la re banca. |
Respecto a lo visual, es imposible omitir la gran diferencia estética entre los lugares de origen (sucios, desprolijos, saturados de elementos) y los diferentes pasajes del Proceso (más blancos, inmaculados, llenos de tecnología digital, mutando a espacios más conectados con la naturaleza en el tramo final de la temporada).
Completando el combo que hace de 3% una gran serie, vemos un montaje que sabe plasmar muy bien los vaivenes emocionales de los personajes, subiendo o bajando el ritmo de acuerdo a lo que sienten, y una fotografía que por momentos refuerza con contundencia la imagen en la misma dirección.
VEREDICTO: 8.0 - TODO EL AÑO ES CARNAVAL
Escondida entre las recomendaciones de Netflix y quizá dejada de lado por cierto prejuicio sobre los productos latinos, 3% se convierte en un hallazgo interesante, bien construido y adictivo. Si la empiezan a ver, procuren tener libre el resto del día porque, si los engancha, no la van a poder soltar.
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