#MDQFEST: En Busca del Muñeco Perdido

Las productoras platenses Jueves de Trapos y TanGram Producciones se unieron y tuvieron un hijo, podríamos decir que con fertilización asistida, mediante crowfunding: ese hijo se llama En Busca del Muñeco Perdido y no sólo agotó sus dos primeras funciones sino que también la reprogramaron para una tercera. ¿Querés saber por qué?

Fito y sus amigos son conocidos en el barrio como "Los Suplentes", por haber comido banco en el equipo barrial durante toda su infancia. Ahora, tienen veinte años pero no han logrado despegarse de ese mote de perdedores. Cuando ganan el concurso MUÑEC.AR, una especie de fondo de fomento para la construcción de los tradicionales muñecos que se queman en Año Nuevo de acuerdo a un ritual local, su suerte amaga con cambiar. Pero, el mismo día de la celebración, el muñeco desaparece del galpón donde lo estaban construyendo, dando inicio a un divertidísimo derrotero lleno de pistas completamente volátiles sobre la verdadera locación de su construcción.

La historia tiene la virtud de que, a pesar de ser una historia anclada fuerte a una costumbre local, no se cierra sobre ella, sino que toma los aspectos más universales de este tipo de celebraciones, trasladable a cualquier otra tradición y con eso garantiza la inclusión de todos los espectadores (no dejaba de imaginarme, por ejemplo, qué sucedería si en mi Escobar natal se roban una de las carrozas de la Fiesta Nacional de la Flor o secuestran a una de las aspirantes a Reina).

En la misma línea de juego entre lo local y lo universal, va presentando diferentes tribus urbanas, pequeños grupos, completamente ficticios, como por ejemplo la comunidad del charuto (unos hippies fumones que acampan en una de las plazas), que no son más que ficcionalizaciones de grupos reales que podemos encontrar en cualquiera de nuestros pueblos. No es común encontrar este tipo de arquetipos traspolables en una idea universal en las películas locales, más apegadas al insufrible estereotipo, con lo cual el universo en el que se desarrolla la historia y los personajes que lo habitan se transforman en su principal virtud.

Tal historia, llena de vueltas que rozan lo insólito pero que no deja de avanzar nunca, está soportada por un conjunto de actuaciones completamente coherentes y creíbles. Ninguno de los personajes está fuera de registro y se transmite con fuerza el sentido de amistad dentro del grupo, que a su vez se refuerza con numerosos encuadres del conjunto cual tapa de disco de rock.



La puesta de arte llena la pantalla de color y alegría, y si bien cada espacio que recorren tiene su propia identidad, la idea general de jolgorio, de clima de fiesta acompaña todo el recorrido, que a veces incluso se puebla de unas muy logradas caracterizaciones de fantasía.

Claro, si es una comedia cómo no hablar del uso del humor. La película logra, con un muy buen ritmo, momentos hilarantes con gags tanto físicos como de diálogo, que se suman a lo que podríamos llamar "chistes sobre la conciencia fílmica de la película" (o sea que hacen chistes con que es una película, hablando en criollo). Apariciones del equipo técnico y demás recursos que pueden llegar a quedar colgados, aparecen la cantidad necesaria de veces como para formar un sistema de identidad coherente que incluso ayuda con algunas resoluciones, eliminando cualquier idea de uso arbitrario y convirtiéndose en un elemento más del relato.

Una comedia distinta, amigable, que retrata una historia particular pero con un grado de universalidad que es muy difícil lograr. Se nota que es un guión pensado por gente que se crió en circunstancias similares a las que se desarrollan, y con una construcción de personajes que también, indudablemente, nos terminan recordando a alguien. Es por eso que al terminar la película, no podemos negar que los queremos ver en alguna otra aventura.