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la cuarta pared

martes, 2 de febrero de 2016

Review: CREED


By on 2:00 a.m.


Cuando a principios de 2015 nos llegó la noticia que Ryan Coogler llevaría al fin a cabo su proyecto de Creed (porque es su idea y su guión, en conjunto con Aaron Covington, y por supuesto con la colaboración de Sylvester Stallone), sinceramente tuvimos miedo. Porque, y lamentamos insistir en este punto cada dos notas, el cine contemporáneo está matando a los clásicos: remakes, secuelas, precuelas, spinoffs y sus derivados suelen ser herejías innecesarias sobre grandes cintas originales. Muchas veces la ansiedad nos hace tener un juicio de valor erróneo por anticipado de las cosas, pero, afortunadamente, el miedo y la indignación que nos generó al principio este proyecto fueron solamente prejuicios de nuestra parte.

Adonis (Michael B. Jordan, el Johnny inexplicablemente negro Storm de la última bazofia de Fantastic Four) no conoce a sus padres. Vive en un internado y lo único que sabe es pelear para sobrevivir. Hasta que Mary (Phylicia Rashad, de The Cosby Show), viuda legítima del fallecido Apollo Creed, decide adoptarlo: por más que el joven sea hijo de una infidelidad de su marido que sufrió en carne propia, ella quiere hacerse cargo del muchachito.

Después de la adopción, con el paso de los años, Adonis descubre que no solo heredó un apellido y una fortuna, sino que también lleva en su alma una gran cualidad como boxeador que decide transladar al ring y dejar todo para dedicarse de lleno al boxeo. A pesar de la resistencia de su madre adoptiva, Adonis parte rumbo a Filadelfia para ser entrenado por el N° 1, el campeón indiscutido: Rocky Balboa (el futuro ganador del Oscar Sylvester Stallone).

La trama principal de la película, además de ser un spinoff con un personaje nuevo, puede considerarse de alguna manera una remake de la primera película: un amateur que enfrenta a un profesional, entrenando duramente, dejando de lado su vida por el boxeo y, a pesar del sacrificio, (¡¡spoiler!!) pierde el gran encuentro, aunque lo que gana en el camino es algo mucho más grande que el triunfo deportivo en sí.

"Asi le tenes que dar al director de Fantastic Four... ¡bien, nene, bien!"

El personaje de Adonis no es Rocky, claramente, y es el primer gran acierto de la película: ambos logran una gran química que trasciende el film, porque, cada uno a su manera, es un gran luchador. Adonis dentro del ring, al que llega dejando de lado una vida de comodidades y privilegios: no quiere ganarse un lugar simplemente por ser "el hijo de Apollo", no se vuelca al boxeo por herencia, explotando lo que su padre ganó, pero sí anhela continuar en cierto modo su legado. Cuando Rocky se subió a un ring por primera vez, lo hizo por motivación propia, por una necesidad personal. Y lo mejor es que, en esta pelicula, desde otra perspectiva, Rocky también sigue peleando

Se pone un shortcito igual al del papá... ¿No es un tiernis? ♥

La pelicula, más allá de emocionar hasta las lágrimas con una banda sonora impecable y algunas secuencias de montaje que te ponen la piel de gallina, sigue, al mismo tiempo que con Adonis el legado de Apolo, con Rocky mismo su propio legado de toda la saga anterior. Rocky es sin lugar a dudas uno de los personajes más hermosos que dio el cine, y en esta película confirma una idea crucial a lo largo de toda la saga: luchar no es sólo desayunar huevos crudos y salir a correr con frío inhumano, sino que las batallas más duras se dan abajo del ring, en la vida cotidiana, todos los días. Y, de la mano de una extraordinaria interpretación de Sly, Rocky se reinventa, se enfrenta a nuevas cosas, tropieza, pero no cae. Y esa es la enseñanza más fabulosa de la película, la cual tambien es, la esencia de la Rocky original: más allá de ser una gran película a nivel técnico y narrativo, su gran fortaleza es volver a dar un mensaje. Luchar y no bajar los brazos ante la derrota, porque quizás perdiste tu objetivo principal pero mirá a tus costados: seguro ganaste mil cosas más.



VEREDICTO:  10 - K.O. AL CORAZÓN

Creed tiene todo lo que una gran película tiene que tener: excelentes momentos técnicos, una narración fluida que transcurre en base a causas y consecuencias clarísimas, y dos entrañables y hermosos personajes principales. Pero, lo que podría ser una película anecdótica, transmite con fuerza un enorme mensaje motivacional: en cualquier lucha siempre se gana, aunque se pierda; el simple hecho de pelear por lo que querés ya es un triunfo en sí mismo.


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