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la cuarta pared

sábado, 16 de mayo de 2015

Review: MAD MAX - FURY ROAD


By on 3:44 a.m.


Al principio, cuando apareció dando vueltas la idea de una Mad Max sin Mel Gibson, hubo rechazo y resistencia. Pero después, empezaron a circular rumores sobre cómo sería esta cuarta entrega de la saga, dirigida por George Miller, el director de la trilogía original... y un poco aflojamos. Vinieron imágenes del rodaje, fan arts, teasers y trailers. Y, en un punto, la espera se volvió insoportable. Ayer finalmente llegó a las salas argentinas. Ufssssss. ¿Por dónde empiezo?

Imperator Furiosa (Charlize Theron), una especie de líder de la entera confianza de Inmortan Joe (Hugh Keays-Byrne, el mismo que interpretó a Toecutter, villano de la primera Mad Max) se rebela silenciosamente y aprovecha un mandado que tiene que hacer para secuestrar a las novias de Joe: mujeres hermosas, con todos los dientes, que él tiene en cautiverio para procrear y continuar así su estirpe. La premisa de la película es muy fuerte en este aspecto: se planta firme y clara en contra de la trata de personas, en todo sentido; el mismo Max Rockatansky (el cada vez más prolífico Tom Hardy) es tratado como una bolsa de sangre ya que es donante universal, y Nux (un irreconocible Nicholas Hoult, el joven Bestia de las últimas X-Men) necesita transfusiones constantes. Completando este panorama de cosificación las madres también son proveedoras de leche de madre: sí, son mujeres ordeñadas para alimentar gente

Max y Furiosa haciendo amigos (¿les conté que ella tiene un brazo mecánico?)

La factura técnica es impecable, con un uso del 3D puesto de manera magistral al servicio de la acción: no son cosas volando a cámara, son distintos planos de acción, distintas cosas que pasan en paralelo, a veces desembocan en un mismo punto y a veces se separan, pero favorece muchísimo al clima de caos general, a la sensación de estar siendo atacado todo el tiempo de todos lados. Mención aparte para la música, gracias a un recurso diegético en las persecuciones que es épico: acompaña, intensifica, enmarca el ritmo, y en contraposición el silencio, el escaso silencio; la película te da muy poco respiro, y cuando te lo da, el silencio establece una fuerte tensión en el aire.

Memorable.

El personaje de Furiosa es quien lleva adelante la acción: fuerte, a paso firme, tumbando todo por delante y con la esperanza de encontrar un lugar digno donde vivir, lejos de la tiranía de Inmortan Joe. Pero no puede hacerlo sin grandes aliados. Ahí es donde entra Max que, a pesar de su intensa lucha contra demonios internos (la secuencia inicial de presentación de esta lucha con su locura es completamente impactante) no duda en sacrificarse una y otra vez... y siempre salir ileso.

Respecto a esas mujeres que va a liberar: ¿el sexo débil? ¡Mis polainas! Tenés un montón de chicas hermosas, delicadas (hasta una embarazada), cargando armas, a los tiros, a las patadas, repitiéndose constantemente que no son cosas, que no son propiedad de nadie y que van a seguir luchando por su libertad. Al fin alguien toma el toro por las astas y muestra las mujeres que queremos ver: fuertes, luchadoras, inteligentes. Y es genial que el contexto sea una película tan alabada por el público masculino (si sos minita y te pareció re groso lo que hace Anastasia Steele con Grey en 50 Shades, si ves Mad Max no lo vas a poder creer). Hay una delicada línea entre feminismo, igualdad y feminazismo: Miller la comprendió perfectamente y no insiste de manera redundante en la cosificación de la mujer ni en su victimización: la plantea como una realidad y hace foco en todo lo que hacen las mujeres para escaparse de eso. Las mujeres nunca quieren exterminar a los hombres, no los odian, pero tampoco les temen: se plantan frente a ellos de igual a igual en una vorágine de acción, digna de Mad Max. Porque... a esta altura, Mad Max no es un personaje ni una saga de películas: es un género en sí mismo

Inmortan Joe: una especie de Bane post-apocalíptico.

Sí, al igual que James Bond, es un género nuevo, único. Es una construcción estética post-apocalíptica, es desierto, es locura, es un pogo. La escatimación en el uso del CGI es una sabia decisión que mantiene visualmente intacto el espíritu de la trilogía original. Lo mismo con los diseños de vehículos, vestuarios y personajes: texturas, decadencia, suciedad, vestigios de una sociedad de relativa tecnología destruída. Fusiones de materiales partiendo de la base de la funcionalidad: nada es arbitrario, nada es meramente estético; cada tuerca, cada palanca, cada tornillo, todo está puesto por algo. Los personajes, sobre todo los vándalos, son hienas desquiciadas sin miedo a nada, kamikazes sin tierra ni carácter cuyo único objetivo es destruir hasta inmolarse en el trayecto. Hordas que causan más miedo que cualquier formación de soldados armados hasta las muelas: van sembrando el caos, la locura, la destrucción, con cadenas, palos, lo que tengan a su alcance. Y por eso son tan temibles, porque no les importa nada. El apetito de destrucción es tan grande que la mejor manera de coronarlo es destruirse ellos mismos. Y los espacios (la carretera, el desierto), son siempre espacios abiertos, de pasaje, de transición, donde no hay un futuro, no hay un pasado, sólo hay un hoy y ese hoy es un eterno transitar, es un sobrevivir constante, es una huida de todo lo que te puede atacar; es un día a día, es la vida de Max.

Bienvenidos a la maravillosa locura de George Miller.

Max es un sobreviviente, un caminante, no quiere vencer a sus fantasmas, elige enfrentarlos día a día porque esa sería su manera de redimirse por las cosas que no pudo hacer. Es un héroe de western que aparece en la vida de Furiosa para ayudarla, pero no tiene hogar ni quiere tenerlo, y que -al igual que esos viejos cowboys- debe siempre volver a partir; el camino es su lugar, transitar, sin saber a dónde va pero sabiendo de qué se escapa. El continuo movimiento, el no quedarse quieto pues eso implica ser atrapado. La libertad. Porque en la película la idea de libertad es central: todos los caminos conducen a ella. El problema de esos caminos, es que hay que recorrerlos. Y están llenos de furia. Pero con inteligencia, valor, y un poco de locura, se puede llegar a buen puerto.



VEREDICTO:  10 - ¡ORGÁSMICA!

Vale la pena verla en cine. Vale la pena verla YA. Trata con delicadeza temas que, mal enfocados, serían innecesariamente polémicos. Todas las historias cierran. Y visualmente es una fiesta. Cierren los cines, ya fue, no estrenen nada más: estamos ante LA PELÍCULA DEL AÑO.


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