José Celestino Campusano es, sin lugar a dudas, el cineasta argentino más federal de la actualidad, y habría que revisar bien, pero posiblemente de toda nuestra historia. Ha contado películas en diferentes parajes de nuestro país, no solo ubicándolas geográficamente sino también demostrando una cabal comprensión de las preocupaciones foráneas. El Azote es otro gran ejemplo de que el cine nacional no tiene por qué pasar todo en la ciudad de Buenos Aires.
Carlos (Kiran Sharbis) es un asistente social que trabaja en un centro de rehabilitación de adolescentes en la ciudad de Bariloche. La trama, basada en hechos reales, retrata cómo Carlos debe lidiar con su propia vida (una madre postrada, una esposa que lo deja, una pseudoamante que lo intenta psicopatear) y además intentar contener a los chicos del centro, tarea que a veces siente que hace solo, por no contar con el apoyo que espera de sus compañeros.
En un formato que ya es casi marca registrada del director, sin música incidental y con una estructura narrativa que se basa más en las emociones del personaje que en el desarrollo de conflicto a modo clásico, la película es completamente atrapante. Desde el minuto uno te ponés del lado de Carlos, que es un ser humano absolutamente normal, con los defectos y virtudes que todos tenemos, quien intenta cumplir con su labor contra viento y marea. El hecho que el espectador se pueda cargar la misma mochila es lo que hace a la película decididamente federal: si no te la cuenta Campusano es muy dificil que puedas lograr empatía con una problemática que te es tan ajena. ¿O acaso en tu cotidianidad te preguntás qué pasa con los centros de rehabilitación de jóvenes en el sur de nuestro país?
En un formato que ya es casi marca registrada del director, sin música incidental y con una estructura narrativa que se basa más en las emociones del personaje que en el desarrollo de conflicto a modo clásico, la película es completamente atrapante. Desde el minuto uno te ponés del lado de Carlos, que es un ser humano absolutamente normal, con los defectos y virtudes que todos tenemos, quien intenta cumplir con su labor contra viento y marea. El hecho que el espectador se pueda cargar la misma mochila es lo que hace a la película decididamente federal: si no te la cuenta Campusano es muy dificil que puedas lograr empatía con una problemática que te es tan ajena. ¿O acaso en tu cotidianidad te preguntás qué pasa con los centros de rehabilitación de jóvenes en el sur de nuestro país?
Los actores, todos ellos personalidades locales, ayudan a que la fábula cobre vida de manera creíble. Decididamente es un tipo de película que no funcionarían si las protagonizan Darín o Sbaraglia.
El paisaje, tomado muchas veces como centro turístico o lugar de ensueño, es mostrado en su costado más crudo y despiadado, pero dejando en claro que lo que pasa es real, sin caer en golpes bajos o exageraciones melodramáticas.
VEREDICTO: 8 - CASI DOCUMENTAL
Cada vez más cercano a un lenguaje neorrealista, José Celestino Campusano nos demuestra con El Azote que el sur está lejos de ser un oasis: los problemas sociales también existen allí, y son tan (o más) graves que los que vemos diariamente en la metrópolis.
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