Con sala llena, el sábado estrenó una de nuestras recomendadas, Mirada de Cristal, de Ezequiel Endelman y Leandro Montejano, y por supuesto estuvimos ahí. ¿Quieren saber si nos equivocamos al recomendarla? Spoiler: jamás.
La película arranca con un desfile en un callejón, donde los espectadores están detrás de un alambrado y las modelos hacen sus pasadas en una pasarela de adoquines, que cuenta incluso con una alcantarilla. Esta secuencia inicial ya es un cachetazo (cachetazo bien, onda "Nene, despertáte") para el espectador. La estética no solo ochentosa, sino particularmente glam, con ropa llena de brillos, exagerada, y batidos que desafían la ley de gravedad, te deja mudo. Lo mismo la iluminación y el tratamiento visual: parece que, efectivamente, estás ante un VHS de hace treinta años. Es en esta secuencia, que retrata la muerte de la supermodelo Alexis Carpenter (que desencadenará toda la trama) donde también queda puesta de manifiesto la mirada de los realizadores sobre el mundo de la moda: el personaje de la querida Adriana Salgueiro, la organizadora del evento, comenta que se le ocurrió poner al público detrás de un alambrado para invertir los roles y hacer que se sientan atrapados como suele sentirse una modelo, siendo observada sin poder hacer nada al respecto.
Tras una elipsis de un año, la trama se enfoca en una serie de asesinatos violentos en el entorno en el que Alexis se movía. El asesino, caracterizado como un maniquí que viste un abrigo negro sintético, es uno de los mejores elementos de la película: suponemos que es alguien del entorno de la fallecida por la elección de las víctimas, pero no sabemos ni quién es, ni por qué lo hace, y tampoco es necesario saberlo para temerle. Es más, la ausencia de información sobre sus motivaciones nos hace sentir que no tiene límites, y que absolutamente todos los personajes presentes en pantalla están en peligro.
Tras una elipsis de un año, la trama se enfoca en una serie de asesinatos violentos en el entorno en el que Alexis se movía. El asesino, caracterizado como un maniquí que viste un abrigo negro sintético, es uno de los mejores elementos de la película: suponemos que es alguien del entorno de la fallecida por la elección de las víctimas, pero no sabemos ni quién es, ni por qué lo hace, y tampoco es necesario saberlo para temerle. Es más, la ausencia de información sobre sus motivaciones nos hace sentir que no tiene límites, y que absolutamente todos los personajes presentes en pantalla están en peligro.
Gran parte del segundo acto transcurre en la casa de la directora de la revista que llevó a Alexis a la fama, interpretada por una precisa Silvia Montanari. El escenario, que se asemeja a una casa de muñecas, además de ser una fiesta para los ojos, refuerza la postura sobre el mundo fashion: todo muy lindo, pero es de cartón. Y es que el giallo, género dentro del cual se puede enmarcar el film, es básicamente eso también: la predominancia de lo estético y lo estilizado por sobre otros factores.
Por cierto, la música se merece una mención aparte. Los realizadores entendieron los 80's globalmente, y la mezcla de sintetizadores que acompaña y refuerza la intriga por momentos te pone la piel de gallina.
Por cierto, la música se merece una mención aparte. Los realizadores entendieron los 80's globalmente, y la mezcla de sintetizadores que acompaña y refuerza la intriga por momentos te pone la piel de gallina.
VEREDICTO: 9 - CLÁSICO INSTANTÁNEO
Una intriga muy bien construida que te mantiene en vilo por 90 minutos, una propuesta estética realizada con precisión quirúrgica, un tratamiento visual impecable y una musicalización para aplaudir de pie, convierten a Mirada de Cristal en un futuro clásico. ¿Qué le faltó? Público que la agite, porque por momentos merece ser ovacionada.
Quiero verla y escuchar la música y la vos de la cantante Emilia una revelación de lujoooo!!!!
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