Valentín Javier Diment esta cada día mas prolífico: fue premiado (nuevamente) hace poco con el premio del público en la sección "Panorama" del prestigiosísimo Festival de Sitges (Festival Internacional de Cinema Fantástic de Catalunya) y, todavía ni se había sacado el smoking, que ya tenía un nuevo estreno: El Sistema Gorevisión. Para aquellos desinformados, se podría decir que los Gorevisión son una productora, conociendo su sistema, es necesario inventar el término "realizadora"; en lo que es cine, uno entiende por producción buscar, conseguir, concretar cosas antes del rodaje. Ellos directamente se juntan a rodar con lo que tengan (lo cual a veces implica no tener siquiera un guión), con más de 20 películas ya en su haber.
Desde adolescentes que graban con nulo presupuesto. Por eso, a Diment se le ocurrió hacer un experimento: ¿qué pasa si les da un presupuesto X, siendo X mayor a cero? Es así que surge Los Superbonaerenses, la cinta mas impactante a nivel visual de la factoría, disponible en DVD a partir del próximo Buenos Aires Rojo Sangre.
El documental narra, a través de imágenes de archivo y de testimonios de sus cinco miembros fundadores, sus inicios y sus vidas. Quiénes son y qué hacen, como colectivo y como individualidades. En ningún momento se intenta justificar la incorrección política o la desprolijidad de sus cintas, porque no hay nada que merezca o necesite ser justificado: Diment reconoce la excentricidad de estos personajes, la acepta y solamente indaga. Porque sabe que un documentalista puede tener un rol más o menos activo, pero en este caso lo mejor es observar. Ya jugó su carta más grande financiando Los Superbonaerenses y ahora sólo se limita a guiar un poco las entrevistas, hacer preguntas básicas, sin confrontar. Porque en este caso, absolutamente toda la magia la tiran sus conejillos de Indias, sus entrevistados, sus objetos de estudio.
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| Los Superbonaerenses. |
El montaje no sólo sirve en este caso para ilustrar con imágenes de archivo los dichos de los Gorevisión, sino que también hilvana un poco el humor y la incorrección de sus protagonistas, construyéndose muchas veces desde un contrapunto que hacía estallar en fuertes carcajadas a una sala prácticamente colmada.
El documental ofrece otra aproximación implícita a la realizadora (que he podido cotejar empíricamente), donde el acto artístico no es la obra final, no es la perfección, no es el mensaje: es el hacer mismo. Cuando Germán Magariños, mente maestra detrás de Gorevisión, indica que le importa más la cantidad que la calidad, está efectuando un postulado artístico, mal que le pese. Como bien decía el cubano Tomás Gutiérrez Alea, uno de los directores más representativos del Nuevo Cine Latinoamericano allá por la década del '60, hay que dejar de lado la perfección técnica de Hollywood. Las nuevas tecnologías y la posibilidad de tener una cámara tan cerca de la mano democratizan de una manera nunca vista el acceso a hablar el lenguaje cinematográfico. O a intentarlo. Pero pocos lo hacen con la constancia que lo hace Gorevisión. Ya sea con la firma oficial o a través de su (ficticia) subsidiaria Pochito Producciones, pueden hacer tres, cuatro, diez películas por año. Porque les interesa eso: hacer. Saben que para hacer no tienen que estar atados a nadie. Y en un mundo de mucho ruido y pocas nueces, alguien que hace, de manera constante y sobre sus propios principios como ellos, merece ser mencionado.
VEREDICTO: 8.0 - IMPACTO
Es cierto que, como ocurre con todo documental, cuanto más afín sos a la temática tratada, más lo disfrutás. Es la magia del documentalista saber moldear el tema para hacerlo atractivo a todo público. Diment lo logra: El Sistema Gorevision acerca al espectador medio a los postulados ideológicos de Gorevision. Y por algún motivo paranormal, salís de la sala con la garganta seca, matando por un buen vaso de birra.
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