¡Corran! ¡Es el ataque del Minion gigante!

Si te gustan los Minions (particulamente me encuentro en dicho grupo), es difícil que te aburras rápidamente de ellos. ¡Son divertidos los chizitos esos, che!

Pero también podes estar en la vereda de enfrente, como nuestra querida redactora Ashley. Y odiarlos con cada fibra de tu cuerpo (pero a pesar de ello, y muy profesionalmente, escribir sobre la invasión de productos minionescos). En ese caso, debe haber pocas experiencias más traumáticas que presenciar cómo un Minion inflable gigante se acerca rodando hacia vos, en plenas calles de Dublín. Seguramente todo culpa de algún irlandés borracho que se olvidó de atar bien eso.

Por favor, vean el video:

Esos ojos... esa sonrisa perversa... ahora no me queda duda alguna: LOS MINIONS SON MALDAD PURA. Es como esa vieja leyenda urbana de cuando yo era chico, que contaba que Los Pitufos "se habían escapado" del vaso de una nena... y la mataron, ¡la mataroooon!

Recordemos que los Minions ya venían "en la mira" cuando, el mes pasado, un gran número de padres estadounidenses en Florida y Ohio acusaron a McDonald's de que, los juguetes de dichos personajes que venían en la Cajita Feliz, decían la frase "What the fuck". Seh, en serio.

Los padres estadounidenses son tan pero tan particulares. Tal fue el delirio, que la cadena de comidas rápidas tuvo que salir a dar un comunicado oficial que, si lo analizas, es tan delirante como la premisa que le dio inicio:

Los Minions hablan 'Minionés', el cual es una combinación aletoria de varios lenguajes y palabras sin sentido y sonidos. El 'Minionés' no tiene traducción o significado en ningún lenguaje conocido. Cualquier similitud percibida hacia palabras usadas en el idioma inglés son pura coincidencia.

¿Vieron? A veces uno piensa, en plena etapa adolescente y rebelde, que no hay padres más salames y equivocados que los propios. Pero todo puede superarse, especialmente en el país del norte. Y supongo que contemplar esta (hermosa) imagen te hace ver la vida con otra perspectiva:

Para todos los demás delirios de la vida real, seguí leyendo La Cuarta Pared.